Una nueva investigación ha observado cómo los anestésicos afectan al comportamiento de unas pequeñas estructuras de las neuronas y sugiere que la consciencia está sostenida por procesos cuánticos del cerebro, aunque el resultado no es definitivo.
La consciencia es un proceso que la ciencia no ha conseguido explicar hasta hoy: es un enigma pensar cómo de una materia orgánica puede surgir la capacidad de darse cuenta de uno mismo o de nuestro entorno.
Uno de los recorridos exploratorios de la consciencia ha sido desarrollado por la neurociencia, que después de muchos años de investigaciones ha identificado una zona de la corteza cerebral que podría ser la puerta de entrada a la consciencia.
En un estudio desarrollado en la Universidad de Michigan y publicado en la revista Cell Reports en 2021, los investigadores sorprendieron al cerebro cuando, procesando la información sensorial, abrió la puerta de la experiencia consciente de esa información.
Este salto se produjo en la así llamada corteza insular anterior (AIC), que actúa como una especie de puerta que separa la información sensorial de bajo nivel, de la de nivel superior o consciente.
Pero el tema de la consciencia no ha interesado solo a los expertos del cerebro, sino también a los físicos, que han abierto una nueva brecha en la búsqueda del origen último de los procesos neuronales que alumbran el hecho de “darnos cuenta” de las cosas que pasan.
Los físicos parten de la base de que, si la Física describe el universo, también debería explicar la consciencia, porque forma parte y participa de todo lo que existe.
El genetista francés Albert Jacquard, fallecido en 2013, describía la consciencia en estos términos: la mirada humana es la que hace que las cosas sean bellas, y su aquiescencia la que las hace justas.
Los físicos están intrigados con la consciencia porque, cuando han estudiado los niveles más básicos de la materia, justo cuando se confunde con la energía (la mecánica cuántica), les ha surgido la duda de si la consciencia tiene o no la capacidad de dar forma a la realidad en la que vivimos.
Han llevado la cuestión más allá de la neurociencia al sugerir que fenómenos cuánticos, como el entrelazamiento o la superposición de estados, podrían explicar el surgimiento de la consciencia, ya que esos fenómenos estarían implicados en la actividad neuronal.
El máximo exponente de esta controvertida teoría ha sido el físico Roger Penrose, quien, junto al anestesiólogo Stuart Hameroff, propuso en un artículo publicado en Physics of Life Reviews en 2014, que el sistema neuronal del cerebro forma una red intrincada y que la consciencia surge de ella siguiendo las reglas de la mecánica cuántica.
Más concretamente, sugieren que la consciencia surge como resultado de la ruptura de la superposición de estados en el que se desenvuelve, supuestamente, la actividad cerebral.
La superposición es un fenómeno cuántico que permite a dos sistemas físicos existir en dos estados o momentos diferentes al mismo tiempo y, según Penrose y Hameroff, la ruptura de esa superposición de estados se produce cuando unos microtúbulos huecos presentes en las neuronas crecen y alcanzan una masa suficiente para romper el espacio-tiempo: así posibilitan que aparezca la consciencia.
A ese modelo hipotético lo han llamado “reducción objetiva orquestada” (Orch OR) y ha resultado muy controvertido.
Sin embargo, un nuevo experimento, del que ha informado la revista NewScientist, refuerza la posibilidad de que la consciencia tenga un sustrato cuántico.
Ese experimento, dirigido por Jack Tuszynski, de la Universidad de Alberta en Canadá, descubrió que hay medicamentos que cambian el comportamiento de los microtúbulos de los que hablaba Penrose: la luz que brilla en esos microtúbulos se altera con los anestésicos y se emite muy lentamente durante varios minutos.
Eso da a entender que los anestésicos, con capacidad de activar y de desactivar la consciencia, pueden conseguirlo al incidir en los microtúbulos y alterar los procesos cuánticos a partir de los cuales, según esta hipótesis, surgiría o no la consciencia.
Este descubrimiento indicaría que los microtúbulos, tal como proponía Penrose, controlan la consciencia a nivel de las células cerebrales individuales y de los procesos cuánticos en los que estaría implicada.
En realidad, el descubrimiento de Tuszynski se produjo el año pasado y desde entonces ha estado construyendo un modelo teórico de microtúbulos para describir lo que había observado.
Finalmente, esta semana su equipo presentó los resultados de su trabajo en la conferencia Science of Consciousness, que se desarrolla hasta el 26 de abril en la ciudad estadounidense de Tucson.
Demostró que los anestésicos acortan el tiempo que tardan los microtúbulos en volver a emitir la luz capturada.
Tuszynski sospecha que esto puede apagar la consciencia en el cerebro.
Cuando vuelve la consciencia, los átomos de las neuronas implicadas emiten luz formando una reacción en cadena similar a la de una bomba nuclear: entonces la persona despierta de la anestesia y pregunta ¿qué ha pasado? ¿dónde estoy?
A pesar de estos resultados, nadie, incluido el equipo de Tuszynski, asegura que esto sea realmente así, y que se necesitarán más estudios para verificar taxativamente que esta suposición es cierta.
De momento, solo puede decirse que la hipótesis del origen cuántico de la consciencia se perfila cada vez más realista, con las obligadas reservas.
Fuente: ABC
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