Desde que la energía eólica y la solar se usan para generar electricidad, se las señala con la misma crítica: el viento no siempre sopla y el sol no siempre brilla.
Y aunque es una verdad incontestable, el MIT cree que con una mejor planificación, la variabilidad de las renovables puede ser una ventaja.
La eólica y la solar convierten la energía ilimitada del viento y el sol en electricidad limpia y sostenible.
Pero ni siquiera los países que más aerogeneradores y paneles fotovoltaicos han instalado pueden funcionar únicamente con ellas.
El problema de las energías variables es, precisamente, su intermitencia.
Si el viento no sopla, no hay eólica, y si el sol no brilla, no hay solar.
La red eléctrica necesita estabilidad para hacer frente a la demanda en tiempo real, cosa que las renovables no pueden solucionar sin una gran inversión en sistemas de almacenamiento, como las baterías.
Un nuevo estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts sugiere lo contrario: si planificamos cuidadosamente dónde construir instalaciones de energía eólica y solar, podemos convertir la variabilidad de las renovables en una ventaja, reduciendo la inversión en baterías y abaratando significativamente los costos del sistema.
Una planificación más granular (a escala de kilómetros, en vez de decenas de kilómetros) permitiría complementar mejor las distintas fuentes, dice la investigación.
Cuando la producción solar cayese en un punto geográfico, habría un fuerte recurso eólico en otra localización cercana para asegurar un mejor balance entre la oferta y la demanda de electricidad.
Los investigadores analizaron tres regiones de Estados Unidos donde las energías renovables son especialmente importantes: California, Texas y Nueva Inglaterra.
En lugar de los mapas convencionales, usaron datos meteorológicos a nivel de unos pocos kilómetros; una escala mucho más fina que la habitual, de 30 kilómetros o más.
Simulando una complementariedad óptima de la energía eólica y la solar a partir de estos datos, los investigadores lograron reducir de manera notable los costos del sistema.
Por ejemplo, en Nueva Inglaterra no bastó con los puntos más ventosos; convino priorizar áreas con viento nocturno para compensar la falta de sol.
Mientras que en Texas, combinar la fuerza matinal del viento en el oeste con la brisa de la costa al atardecer ayudó a equilibrar la oferta.
Priorizar solo los puntos que más viento o luz solar reciben lleva a la sobreoferta en los lugares con las renovables más desarrolladas: energía eólica y solar que no se puede aprovechar por la falta de opciones para su almacenamiento y que se termina desperdiciando.
En vez de dar esa energía por perdida, esta técnica de optimización busca la mayor complementariedad temporal entre ambas tecnologías.
Por ejemplo, ubicar parques eólicos donde sople el viento de noche y paneles solares en zonas que prolonguen la generación al atardecer.
Si se eligen ubicaciones que compensen entre sí los baches de producción de la eólica y la solar, harán falta menos instalaciones de almacenamiento para cubrir los picos de demanda.
Ubicar mejor las renovables reduciría la dependencia del gas natural para equilibrar la red, y recortaría la inversión en baterías, que incrementan el precio de las renovables.
Y para esto solo hace falta una cosa, según el MIT: planificar la instalación de las renovables con datos climáticos de mayor resolución y modelos que maximicen su complementariedad en lugar de sus horas de producción.
Fuente: Cell
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