El pasado 26 de diciembre de 2015, a las 03:38:53 h UTC, el observatorio Advanced LIGO detectó ondas gravitacionales por segunda vez en la historia.
Al igual que ocurrió el pasado mes de febrero, cuando se confirmó la predicción realizada por Albert Einstein hace más de un siglo, se logró escuchar la señal GW151226 procedente de la colisión de dos agujeros negros, con una masa catorce y ocho veces superior a la del Sol, respectivamente.
La fusión de ambos agujeros negros dio lugar a otro nuevo con una masa 21 veces mayor a la de nuestro astro, produciendo además los “susurros cósmicos” que pudieron escuchar los potentes detectores situados en Livingston (Louisiana) y Hanford (Washington).
Durante los últimos meses, los investigadores han estudiado a fondo la señal recibida con el fin de determinar cuál era su origen.
“Es muy significativo que estos agujeros negros fueran mucho menos masivos que los observados en la primera detección”, afirma Gabriela González, portavoz de la colaboración científica LIGO y profesora de física y astronomía en la Universidad de Louisiana.
“Dado que presentan una masa más ligera que los agujeros de la primera observación, permanecieron más tiempo, alrededor de un segundo, en la banda sensible de los detectores.
Es un comienzo prometedor para mapear las poblaciones de agujeros negros del universo”, añade la experta.
La colisión de ambos agujeros negros ocurrió hace aproximadamente 1.400 millones de años, lo que provocó la generación de una energía similar a la masa del Sol que se transformó en ondas gravitacionales.
Dicha señal procede, según los científicos, de las últimas 27 órbitas que dieron los agujeros negros antes de que se fusionaran.
Como explica el equipo de Advanced LIGO en el artículo publicado en la revista Physical Review Letters, el detector de Livingston “escuchó” los “susurros cósmicos” 1,1 milisegundos antes que el observatorio de Hanford.
En un futuro próximo, el interferómetro europeo Virgo comenzará a colaborar con LIGO, de forma que los tres detectores mejorarán notablemente su sensibilidad.
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La Dra. Alicia Sintes, líder del único grupo español que participa en Advanced LIGO, explica a Hipertextual que viven este nuevo resultado “con emoción, pero con mucha menos tensión que la primera vez”.
“El bicho, bromea Sintes, está a una distancia similar al anterior, pero la intensidad de la onda es más débil. Antes de septiembre nadie se esperaba que pudiéramos detectar ondas gravitacionales entre 2015 y 2016”, resalta la científica en conversación telefónica con este medio.
En sus casi dos décadas de historia, Advanced LIGO ha recibido una inversión superior a los 500 millones de dólares, lo que ha permitido crear una tecnología suficientemente sensible como para escuchar los “susurros cósmicos” predichos por Albert Einstein.
“A partir de 2019 llegaremos a la sensibilidad de diseño de estos deectores”, afirma Sintes, quien resalta que hemos abierto una nueva ventana de conocimiento sobre el cosmos.
Su equipo se ha encargado de realizar la modelización de los perfiles de onda para producir catálogos usados en la búsqueda de ondas gravitacionales, un trabajo en el que han contado con la ayuda de Mare Nostrum, el supercomputador más potente de España.
El descubrimiento de dos señales correspondientes a ondas gravitacionales nos ayuda a comprender un poco mejor algunos de los fenómenos más violentos y exóticos del universo, como la colisión de dos agujeros negros, las explosiones de supernovas, los estallidos de rayos gamma o el mismísimo Big Bang.
“Esto nos anima a seguir trabajando duro y a disfrutar de la alegría de tener un instrumento tan potente como Advanced LIGO”, comenta Sintes.
De forma simultánea a la detección de estos tenues ecos, la Agencia Espacial Europea sigue trabajando para construir en el futuro un observatorio con el que escuchar ondas gravitacionales desde el espacio.
Los primeros y exitosos resultados de LISA Pathfinder, junto con el trabajo de observatorios terrestres como Advanced LIGO, allanan el camino de una tarea que nos está permitiendo escribir un nuevo capítulo en la historia de la ciencia.
Fuente: Hipertextual
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