Un trabajo en Science demuestra que la memoria a corto plazo no es tan efímera como se pensaba. Permanece durmiente y se puede «resucitar» con estimulación magnética.
En nuestro día a día nos servimos de una memoria considerada efímera, denominada a corto plazo, que nos permite mantener en mente de forma activa una pequeña cantidad de datos el tiempo suficiente para realizar todo tipo de tareas.
Su capacidad es muy pequeña, de unos 5 o 7 dígitos solamente.
Es lo que nos permite, por ejemplo, memorizar un número de teléfono por unos segundos mientras lo anotamos.
La capacidad para mantener esta información es fundamental para procesar la información que recibimos a diario y aprender.
Por ejemplo, el nombre de alguien que acabamos de conocer, se mantiene durante segundos en esa memoria efímera, también conocida como memoria de trabajo, mientras las neuronas que soportan el recuerdo están activas.
Si la persona es significativa para nosotros, el nombre pasará en unos días a la memoria a largo plazo.
Sin embargo, ¿dónde va ese recuerdo durante el tiempo intermedio, cuando ha dejado la memoria de trabajo y todavía no ha pasado a la memoria a largo plazo?. Un equipo de investigadores ha arrojado luz en este, hasta ahora, «limbo» cognitivo.
“Se trata de un hallazo realmente fundamental. Es como encontrar la materia oscura de la memoria”, destaca Geoffrey Woodman, neurocientífico cognitivo de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, que no ha participado en el trabajo.
Y siguiendo con el simil de la materia oscura añade: “Es difícil verlo o medirlo de forma clara, pero tiene que estar ahí afuera. De lo contrario, las cosas se desvanecerían».
El revuelo viene porque hasta ahora se creía que, para que estas memorias a corto plazo puedan recordarse, las neuronas que representan ese recuerdo tienen que estar activas de forma continuada.
Sin embargo, un trabajo publicado en la revista Science echa por tierra esa teoría y demuestra que el recuerdo permanece durante más tiempo y sólo hay que activar las neuronas que lo custodian por medio de la atención, es decir, la voluntad de querer recuperarlo.
O dicho de forma más sencilla, “el trabajo muestra que los recuerdos puede resucitar desde ese limbo de la memoria”, señala en Science Jessica Boddy.
Los resultados del estudio demuestran que solo es necesario que la actividad neuronal que soporta un recuerdo entre en acción de nuevo cuando la persona que está tratando de recordar concentra su atención de forma consciente en dicho recuerdo.
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Estos resultados sugieren que hay diferentes maneras de que la memoria «operativa», o a corto plazo, almacene la información, dependiendo de si dicha información se evoca de forma activa o no.
Sus observaciones apuntan a una nueva forma de memoria de trabajo, que los investigadores apodan “memoria de prioridad” a largo plazo y que existe sin necesidad de una elevada actividad neuronal.
De acuerdo con otros trabajos recientes, explica Boddy, el estudio sugiere que la información puede de alguna manera mantenerse entre las sinapsis que conectan las neuronas, incluso después de que la memoria de trabajo convencional se haya desvanecido.
En este estudio, Nathan Rose y su equipo, de la universidad de Wisconsin, han analizado la actividad cerebral de los participantes cuando veían estímulos como un rostro, una palabra o puntos en movimiento.
Lo que hicieron los investigadores fue señalar un determinado estímulo como importante para recordar y luego utilizar un software para localizar la actividad cerebral que representaba ese estímulo en particular en la memoria operativa de la persona.
Después, mientras se distraía a los participantes, la actividad cerebral que representaba el estímulo marcado como importante se disipaba, como si se lo olvidara, lo que sugiere que la información que se almacena en la memoria operativa no requiere una actividad neuronal elevada y prolongada para mantenerse, sino que esto se logra a través de diferentes mecanismos.
Curiosamente, un pulso de estimulación magnética transcraneal dirigido fue suficiente para revivir el recuerdo, pero solo cuando los voluntarios iban a necesitar recordar la información relacionada más adelante.
La estimulación magnética transcraneal es una forma no invasiva de estimulación de la corteza cerebral que comenzó a utilizarse hace más de dos décadas y ha demostrado su eficacia en el tratamiento de algunos trastornos como la depresión resistente a fármacos.
Estos descubrimientos sugieren que la memoria a corto plazo es dinámica y modificable a través del control cognitivo, según explican los autores.
Y, lo que es más importante, abren una nueva esperanza en patologías en las que la capacidad para seleccionar información relevante de la que no lo es esta disminuida.
“Los buenos estudios tienden a plantear más preguntas de las que responden. Y este trabajo hace exactamente eso”, resalta Woodman.
En última instancia, dice, esta nueva memoria podría tener una serie de implicaciones prácticas, como ayudar a las personas con afecciones neurológicas relacionadas con la memoria, como la amnesia, la epilepsia y la esquizofrenia. O por qué no, el alzhéimer.
Fuente: ABC