El 30 de noviembre, por primera vez, el mundo tuvo la oportunidad de participar y seguir en directo un gran experimento mundial que tenía como objetivo poner a prueba las leyes de la física cuántica.
Coordinado por el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO), en España, doce laboratorios de todo el mundo pusieron en marcha el BIG Bell Test con el objetivo de demostrar experimentalmente que el mundo microscópico es tan extraño como predice la física cuántica: partículas que se comportan de manera aleatoria, que definen sus propiedades solo cuando las observamos, extrañas conexiones inmediatas a distancia… todas ellas cuestionadas por el mismísimo Einstein, que las rechazaba de pleno.
Durante las 48 horas en las que ha sido 30 de noviembre en algún punto del planeta, los participantes han contribuido a la iniciativa, generando secuencias de ceros y unos a través de un video juego para conseguir que los participantes se esforzasen en que esas cadenas fuesen lo más aleatorias posible.
Cada uno de estos dígitos ha controlado directamente y en tiempo real las condiciones experimentales de los laboratorios.
Así, los participantes mediante sus bits han movido espejos, filtros polarizadores, retardadores de fase…, elementos que se encuentran en una mesa óptica e inciden sobre el tipo de medidas que se hacen sobre los diferentes sistemas cuánticos en cada laboratorio.
Los participantes han proporcionado a los científicos millones de decisiones impredecibles e independientes con las que efectuar las medidas sobre sus partículas.
Esta independencia es una característica crucial para que las conclusiones de los test de Bell sean válidas.
Mediante estas medidas facilitadas por los participantes, los científicos han tenido la posibilidad de comprobar si sus partículas estaban o no entrelazadas por la “acción fantasmal a distancia” que Einstein no podía aceptar.
Los experimentadores tienen que hacer sus medidas con la ayuda de las decisiones de los humanos y calcular el ”parámetro de Bell” o parámetro S.
Si el mundo es como dice Einstein, no aleatorio y sin acciones a distancia, entonces S no puede superar un valor de 2.
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Antes de las 13:00 CET, el límite mínimo de participación se había logrado, registrando por encima de 1.000 bits por segundo, de manera estable, durante varias horas.
A primeras horas de la tarde CET ya algunos de los laboratorios habían logrado obtener resultados preliminares, confirmando haber violado la desigualdad de Bell y por tanto, refutando así a Einstein y dando completo apoyo a las predicciones de la física cuántica.
El Profesor ICREA del ICFO Morgan Mitchell comenta que “el proyecto requirió contribuciones de muchas personas en áreas muy diferentes: los científicos llevaron sus experimentos a nuevos límites, el público generosamente nos dio su tiempo contribuyendo a la ciencia y los educadores encontraron nuevas formas de comunicar y unir estos dos mundos.
Estoy realmente encantado con todas las cosas diferentes que hemos aprendido gracias al BIG Bell Test”.
Carlos Abellán, investigador del ICFO e instigador del proyecto, enfatiza muy entusiasmado “El nivel de participación que hemos obtenido ayer para el BIG Bell Test es completamente asombroso y sin precedentes. Espero con gran expectación ver los resultados que recibiremos de todos los laboratorios”.
En Barcelona, y gracias a la colaboración de La Obra Social “la Caixa”, el equipo del BIG Bell Test tuvo la oportunidad de explicar el proyecto a más de 300 personas reunidas en el Auditorio de CosmoCaixa, quienes presenciaron en tiempo real el funcionamiento y la marcha de los experimentos, mediante varias conexiones en directo con laboratorios en Shanghái, Concepción (Chile), Niza y Castelldefels, y finalmente contribuir al gran experimento mediante un gran torneo final participando a través del videojuego, creado con Kaitos Games, para encontrar al integrante más aleatorio de la audiencia.
El evento se difundió en streaming y solo en China generó una audiencia de más de 300.000 personas.
El BIG Bell Test ha logrado reunir en un objetivo común al mundo científico y la sociedad, en un experimento en el que se ha demostrado el valor único de la aleatoriedad humana para estudiar ciertos procesos fundamentales de la naturaleza.
Fuente: Noticias de la Ciencia
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