NUEVA ARMA CONTRA LAS BACTERIAS FARMACORRESISTENTES

Nueva arma contra las bacterias farmacorresistentes

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Según algunas estimaciones, si no se ponen en práctica medidas que lo impidan, dentro de tres décadas las bacterias farmacorresistentes matarán a unos 10 millones de seres humanos cada año.

Solo en Estados Unidos, 35.000 personas mueren anualmente de infecciones que no pudieron ser tratadas debidamente porque las bacterias se han vuelto resistentes a los medicamentos existentes que antes las mataban eficazmente.

Muchas otras personas sufren infecciones que ponen en peligro sus vidas y que antes eran fáciles de tratar como la faringitis estreptocócica, algunas infecciones del tracto urinario y diversas neumonías.

Y la situación tiende a empeorar, de tal manera que si no se encuentran formas de impedirlo, a mediados de este siglo podría haber más muertes por resistencia bacteriana a los antibióticos que por cáncer.

Como nuestros antibióticos actuales funcionan menos, en algunos aspectos estamos retrocediendo a la situación que existía hace cien años, cuando incluso una infección menor podía significar la muerte“, alerta Corrie Detweiler, profesora de biología molecular, celular y del desarrollo en la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos, quien ha dedicado buena parte de su carrera a buscar nuevas maneras de combatir a las bacterias farmacorresistentes.

La pandemia de COVID-19 ha permitido ver en toda su magnitud el problema, tal como señala Detweiler, ya que una cantidad importante de enfermos de COVID-19 no mueren por el coronavirus en sí, sino por infecciones secundarias que están perpetradas por bacterias oportunistas y que son difíciles de tratar.

Ahora, Detweiler y sus colegas han identificado un novedoso compuesto que podría ser de gran utilidad en la lucha contra la creciente resistencia a los antibióticos de la que disfrutan diversas bacterias.

El equipo de Detweiler ha encontrado un compuesto químico que actúa en combinación con la respuesta inmunitaria innata del paciente para superar las barreras celulares que ayudan a las bacterias a resistir los antibióticos.

El hallazgo se suma a otros parecidos que el mismo equipo ha hecho últimamente.

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El laboratorio de Detweiler desarrolló tiempo atrás una técnica llamada SAFIRE para la detección de nuevas sustancias potencialmente útiles como fármacos bactericidas.

De los 14.400 candidatos examinados de una biblioteca de sustancias químicas existentes, SAFIRE identificó 70 que son prometedores.

El nuevo estudio se centra en el “JD1”, que parece ser particularmente eficaz para penetrar dentro de las bacterias gramnegativas.

Con una resistente membrana exterior que impide que los antibióticos accedan al interior de la célula, y otra membrana interior que actúa de barrera defensiva de reserva, estas bacterias (incluyendo las Salmonella y la E. coli) son ya de por sí difíciles de tratar.

Pero a diferencia de otros medicamentos, el JD1 se aprovecha del ataque inicial lanzado por el sistema inmunitario del paciente contra esa membrana bacteriana exterior, y eso le permite rebasar esta membrana y después también la de reserva.

Este es el primer estudio que demuestra que se puede atacar la membrana interna de una bacteria gramnegativa aprovechando la respuesta inmunitaria innata del paciente“, destaca Detweiler.

En experimentos de laboratorio y con roedores, el JD1 redujo en un 95% la supervivencia y la propagación de la bacteria gramnegativa llamada Salmonella enterica.

Las bacterias son vulnerables al JD1 de una manera que nuestras células no lo son“, explica Detweiler, señalando que por esta razón los efectos secundarios en humanos serán probablemente mínimos.

Fuente: Noticias de la Ciencia

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