Una versión modificada del virus que causa el herpes mejora la capacidad del sistema inmune.
La lucha contra el cáncer tiene muchas dimensiones.
Numerosos equipos en todo el mundo tratan de buscar soluciones a esta enfermedad y algunas de las soluciones que manejan podrían parecer poco ortodoxas.
Tanto como utilizar un virus para eliminar las células tumorales.
Un nuevo tratamiento contra el glioblastoma ha superado su primera fase de ensayos clínicos.
El tratamiento ha sido desarrollado por un equipo de investigadores del Brigham and Women’s Hospital, institución adscrita a la Universidad de Harvard, en Massachussetts, y se basa en utilizar un virus que ataca a las células cancerosas.
El tratamiento está específicamente diseñado para la lucha contra el glioblastoma, o GBM, un tipo de cáncer que afecta al cerebro.
Esta enfermedad destaca por su virulencia, con una esperanza de vida inferior a los 10 meses tras el diagnóstico.
Hasta ahora la inmunoterapia, el tratamiento que utiliza el propio sistema inmune para atacar a los tumores, no ha dado resultados contra esta enfermedad.
Parte de esto se debe al entorno que rodea este tumor, “impenetrable” para el sistema inmune según explican desde el BWH.
El objetivo de este equipo de investigadores era el de convertir este entorno unmunosupresivo en uno más favorable.
Es aquí donde entra el nuevo tratamiento, un virus capaz de luchar contra este cáncer.
El equipo responsable de crear este tratamiento desarrolló un nuevo virus oncolítico capaz de infectar las células tumorales y de incitar una respuesta inmune antitumoral, una variante del virus oncolítico herpes simplex (oHSV por sus siglas en inglés) a la que han denominado CAN-3110.
“[El] GBM tiene un efecto agresivo en parte por un medio de factores inmunosupresivos que rodea el tumor, que facilita el crecimiento del tumor al prevenir al sistema inmune de entrar y atacarlo,” explica Antonio Chiocca, uno de los responsables del desarrollo y puesta a prueba del tratamiento.
“Este estudio muestra que con un virus que hemos diseñado, podemos reformular este ‘desierto inmune’ en un medio pro-inflamatorio”.
El oHSV ya está aprobado para tratar el melanoma metastasico, aunque en este caso se ha creeado una variante que incorpora el gen ICP34.5.
Este gen era “retirado” en otras variantes del virus al estar asociado a enfermedades humanas en la forma no modificada del virus.
Sin embargo, en este caso, este gen podría ser determinante para alcanzar la respuesta inflamatoria deseada.
Para poder incluir este gen sin riesgos tuvieron que “programar” el virus y que así no atacara a las células sanas.
Parte de la eficacia de este tratamiento podría deberse a la aparición de anticuerpos asociados al virus del herpes simple tipo 1 (HSV1) con base en las observaciones realizadas por el equipo tras los primeros ensayos clínicos.
Durante estas pruebas los investigadores también observaron un aumento en la diversidad de las células T, un componente clave de nuestra respuesta inmune.
Por ahora el proceso de ensayos clínicos para poner a prueba este tratamiento ha pasado su primera fase.
Esto quiere decir que el camino por delante es largo y nada garantiza que este tratamiento logre superarlo.
Esta fase tiene como objetivo primario demostrar que el tratamiento es seguro, aunque también puede ayudar a comenzar a determinar su eficacia y a describir sus efectos secundarios.
El estudio correspondiente a esta fase 1 se realizó en una muestra de 41 participantes y logró demostrar la seguridad del tratamiento.
El equipo responsable observó como efecto adverso más relevante convulsiones en dos de los participantes.
Serán necesarios, eso sí, más ensayos para definir mejor estos efectos secundarios.
Las siguientes fases deberán determinar la eficacia y eficiencia del tratamiento.
Por ahora los datos muestran una prolongación de la esperanza de vida en aquellos participantes “familiarizados” con el virus.
Los siguientes ensayos también servirán para ajustar la dosis requerida.
Por ahora los pacientes recibieron una dosis, pero el tratamiento contempla la aplicación de seis inyecciones a lo largo de un espacio de cuatro meses.
Utilizar un virus contra el cáncer podría parecer una mediada poco ortodoxa, pero estrategias que podrían parecer extrañas al ojo inexperto son habituales.
Por ejemplo contamos con tratamientos que buscan reprogramar células cancerosas para atacar tumores, y virus bacteriófagos capaces de luchar contra temibles infecciones.
Fuente: EPE
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