A primera vista, el colesterol, la memoria y la pérdida de la audición no son fácilmente relacionables.
Sin embargo, científicos han encontrado un vínculo clave que podría explicar y solucionar la pérdida de audición en la gente mayor.
El estudio lo ha realizado un equipo liderado por el doctor Mauricio Martin en la Universidad Nacional de Córdoba, junto con el grupo de trabajo de la doctora María Eugenia Gómez-Casati de la Universidad de Buenos Aires (UBA), ambas instituciones en Argentina.
“Empezamos estudiando una región del cerebro asociada a la memoria y notamos que, en la vejez, había más presencia de una enzima conocida como CYP46A1, encargada de degradar el colesterol del sistema nervioso.
Este colesterol es distinto del llamado ‘periférico’, producido por el hígado y los alimentos que ingerimos”, explica Martín, quien agrega que el colesterol que circula por el torrente sanguíneo no puede llegar al cerebro, las células nerviosas o al oído.
¿Qué pasa entonces? El sistema nervioso produce su propio colesterol, ya que lo necesita para brindarle fluidez a las estructuras de las membranas celulares.
“En la vejez, cuando hay un aumento de la cantidad de enzimas que degradan a este colesterol, se ven afectadas las propiedades de las membranas y, como consecuencia, hay una pérdida de la audición.
A partir de esta hipótesis, con la doctora Gómez-Casati empezamos a trabajar en la búsqueda de soluciones”, recuerda el experto, con sede de trabajo en el Laboratorio de Neurobiología del Instituto de Investigaciones Médicas Mercedes y Martín Ferreyra (INIMEC, CONICET-UNC).
Al trabajar con Gómez-Casati, especialista en neurobiología abocada al oído, Martin se propuso corroborar si esta enzima degradadora del colesterol del cerebro también estaba aumentada en las células del oído.
La respuesta fue positiva: la reducción del colesterol llevaba a una disminución sensible en la audición.
Con esa información de base, los equipos empezaron a tratar de reproducir esto en un modelo con ratones.
Y, como los caminos de la ciencia nunca son lineales, terminaron aplicando los conocimientos para un público objetivo completamente inesperado.
“Aplicando un antirretroviral, conocido como Efavirenz, muy común en cócteles de medicamentos para pacientes con VIH/SIDA, descubrimos que se producía un aumento en la cantidad de estas enzimas.
Así que, además, identificamos el origen de la pérdida de audición que muchos pacientes bajo este tratamiento reportaban”, resalta la investigadora, con sede de trabajo en el Laboratorio de Fisiología Auditiva del Instituto de Farmacología en la Facultad de Medicina de la UBA.
Uno no pensaría que si va al médico porque está perdiendo la audición, la receta con la que salga del consultorio dirá: “Se recomienda aumentar el consumo de cereales y semillas”.
Pero parece que, en un futuro no muy lejano, esto podría suceder.
Los equipos de investigación continuaron sus estudios en busca de soluciones y, como muchas veces sucede, la respuesta la encontraron en la naturaleza.
“En la siguiente etapa, analizamos si los fitoesteroles, compuestos vegetales que tienen una estructura similar al colesterol y están muy presentes en cereales y semillas oleaginosas, podían contrarrestar el efecto del fármaco causante de la pérdida de audición en los ratones.
Nosotros ya habíamos leído estudios que corroboraron que los fitoesteroles, al contrario del colesterol, tienen la capacidad de llegar a todas las células nerviosas. Por eso era una solución interesante”, detalla el investigador del CONICET.
“Lo que proponemos, explica Martin, es que esa pérdida de colesterol que se da por el aumento de la enzima CYP46A1, ya sea por vejez o por el uso del retroviral, podría ser subsanada con una dieta alta en fitoesteroles”.
Con esta estrategia fármaco-terapéutica, por ejemplo, alguien que esté bajo tratamiento por VIH/SIDA podría consumir semillas o aceites derivados de oleaginosas como canola, girasol o maní y compensar los efectos causados.
Aunque, claro está, todavía faltan muchas etapas en el proyecto.
Los resultados de este trabajo son muy prometedores ya que, hasta el momento no existen medicamentos que mitiguen la pérdida de la audición.
Gómez-Casati señala que el próximo paso será estudiar otra cepa de ratones que envejece de forma más similar a la de los humanos y pierden audición por vejez y no por efectos secundarios del retroviral.
“Este caso es una muestra de la importancia que tiene la investigación básica porque, por estudiar un mecanismo o por entender cómo se da el proceso de metabolización del colesterol en la vejez es que pudimos recopilar muchísima información que, luego, nos permitió encontrar las formas de revertir esta patología”, concluye Martin.
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