Un posible modo de lograr a distancia lo que ofrecen las reuniones familiares en persona y con contacto físico viene de la mano de la tecnología.
Los tejidos textiles inteligentes hacen más envolvente la realidad virtual (inmersión virtual en un entorno ficticio) y la telepresencia (inmersión virtual en un entorno real pero distante) y permiten experimentar la sensación del tacto físico.
Una película ultrafina que puede transmitir sensaciones táctiles es capaz de convertir virtualmente un tejido textil especial en una segunda piel.
A los niños que deben permanecer dentro de burbujas sin contacto físico con nadie debido a la debilidad de su sistema inmunitario, esta nueva tecnología les ofrece la posibilidad de sentir el contacto físico con sus padres y volver a experimentar la sensación de ser cogidos en brazos, abrazados y mimados.
Esta tecnología es obra de un equipo que incluye a Stefan Seelecke, Paul Motzki, Sipontina Croce y Lukas Roth, los cuatro de la Universidad del Sarre en Alemania.
La tecnología se basa en películas de silicona de unos 50 micrómetros de grosor que pueden llevarse puestas como una segunda piel.
Al igual que nuestra piel es la interfase de nuestro cuerpo con el mundo exterior, estas películas ultrafinas son la interfase o interfaz del cuerpo con el mundo virtual.
El objetivo es crear una sensación táctil realista a partir de las interacciones entre personas en un entorno virtual.
Cuando se incorporan a tejidos textiles, estas películas de alta tecnología permiten al niño experimentar el tacto cuando la madre o el padre acarician un segundo tejido textil inteligente del mismo tipo desde otro lugar.
Las películas, conocidas como elastómeros dieléctricos, actúan como sensores (detectan la entrada táctil de mamá o papá) y como actuadores (transmiten esos movimientos al niño o niña).
Cuando funciona como sensor, la película es capaz de reconocer con gran precisión cómo una mano o un dedo presiona o estira la película al rozarla.
Esta deformación física causada por la mano de una persona se reproduce entonces con exactitud en un segundo tejido que está en contacto con la piel de la otra persona, dándole la impresión realista de que le acarician el brazo, por ejemplo.
Fuente: Textile Network