Robot aprende a jugar Jenga tan bien como los humanos

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Se necesita una mano firme para jugar un juego como Jenga sin derribar la torre, pero ser un apilador de bloques exitoso también requiere un sentido del tacto afinado mientras intenta encontrar la pieza perfecta para quitar.

Hasta hace poco significaba que los robots que se basan únicamente en datos visuales no eran realmente buenos para jugar Jenga.

Pero al agregar un sentido del tacto, los investigadores una vez más le han dado a los autómatas la ventaja.

Desde el primer día, los humanos aprenden a interactuar con el mundo que los rodea a través de una combinación de vista y tacto.

Se requieren años de ensayo y error para comprender completamente la física que rige nuestra vida cotidiana, pero con el tiempo aprendemos los entresijos de la gravedad, la fricción y otras fuerzas en juego.

Probablemente no piense mucho en los sentidos físicos en los que confía para sondear los bloques en una torre Jenga, pero imagine que intenta determinar el mejor movimiento solo mirando la torre, la derrumbaría en cada turno.

En un artículo publicado en la revista AAAS, Science Robotics, investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge, Massachusetts, liderados por Nima Fazeli, desarrollaron un robot que puede aprender a jugar Jenga de la misma manera que los humanos, confiando en pistas visuales así como la retroalimentación física de nuestros dedos.

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En el caso de este brazo robot, los dedos eran un par de sondas de agarre que pueden detectar los movimientos y la fricción de un bloque que asoma, de la misma manera que lo haría un jugador humano.

Los datos visuales sobre la torre seguían siendo importantes para el éxito del robot (imagine que intenta jugar Jenga con una venda en los ojos), así que además de ser bastante sensible, también dependía de una cámara que capturaba la forma y la posición de la torre a lo largo del tiempo.

Pero lo más impresionante de esta investigación es que al bot no se le enseñó explícitamente a jugar a Jenga, ni a cómo los distintos bloques de madera se mueven o interactúan entre sí.

La capacidad de sentir también facilitó la habilidad del robot para aprender a jugar solo, tanto en términos de encontrar un bloque que estaba lo suficientemente suelto como para quitarlo, y reposicionarlo en la parte superior de la torre sin alterar el delicado equilibrio.

En tan solo 100 juegos, descubrió que tratar de mover un bloque que no se desliza fácilmente no es beneficioso para la progresión del juego.

Jugar a Jenga no es exactamente lo más alto en la lista de razones para tener un robot, pero la investigación ayudará a que los robots sean más adaptables para otras tareas.

En las fábricas, los robots están actualmente programados para realizar movimientos y acciones muy específicos para realizar trabajos muy específicos.

A largo plazo, puede ser una solución más rentable para una empresa grande que pagarle a un humano para que realice el mismo trabajo monótono, pero ¿queremos que haya 1.000 robots en nuestras casas, todos programados para realizar una tarea específica? Obviamente no.

Enseñar a un robot a aprender a realizar multitud de tareas y adaptarse a un número de variables en constante cambio es un enfoque mucho mejor.

Fuente: Gizmodo