El robot ZRob, una pequeña máquina que se coloca fácilmente sobre una mesa, sostiene una baqueta y golpea un tambor.
En realidad, no es nada sencillo. El brazo de ZRob tiene un agarre flexible, como la muñeca humana. Además, tiene una inteligencia artificial (IA) que le ayuda a optimizar sus movimientos.
Si se juntan varios ZRob, pueden tocar redobles de batería, lo que requiere movimientos muy finos.
También pueden tocar ritmos completamente diferentes a los que pueden lograr los humanos, pero con un toque de sensibilidad humana.
“Al tocar juntos, los robots encontrarán un patrón que no se puede lograr con nada más“, dice Mojtaba Karbasi.
Los humanos aún manejan algunas tareas mejor que los robots. Los humanos son mucho más complejos. Por ejemplo, podemos ver un vaso de agua, estimar su peso y así levantarlo sin derramarlo.
“Los humanos hablamos, nos movemos y tocamos cosas.
Tenemos varios sentidos y podemos actuar sobre lo que percibimos con movimientos adaptados. Las máquinas no pueden hacer eso“, dice Alexander Refsum Jensenius, profesor de RITMO y supervisor de Karbasi.
Él cree que las máquinas tendrán que volverse multimodales, es decir, tener más sentidos, si quieren interactuar bien con las personas en el futuro.
Karbasi tenía esto en mente y utilizó un enfoque llamado bioinspirado al desarrollar ZRob y el modelo de IA que lo acompaña.
“No estamos tratando de copiar a un humano, sino más bien tomar el cuerpo humano como punto de partida.
La robótica musical es una forma controlada de trabajar con esto. No tiene consecuencias potencialmente peligrosas”, dice Jensenius.
Una de las cosas que hace que ZRob sea más humano es su brazo. Dos resortes, uno en cada lado, le dan al brazo algo de la flexibilidad de la muñeca.
Los resortes y la IA hacen que el robot sea adaptable, una característica importante cuando se golpea un tambor en movimiento.
ZRob tiene dos sentidos: escucha y puede sentir dónde está su brazo.
Karbasi explica que los resortes en las distintas versiones de ZRob son de diferentes tamaños. La IA ayuda a cada robot a encontrar su comportamiento.
“Si un robot está tratando de tocar un doble golpe, quiere encontrar los parámetros de acción correctos para ejecutarlo.
Si cambias los resortes, el comportamiento también cambiará. El cuerpo robótico ayuda así a dar forma al comportamiento”, dice Karbasi.
Si varios robots tocan simultáneamente, es posible que escuches ritmos que los humanos no pueden tocar.
“Diferentes características físicas dan forma completamente al resultado.
Es como una pieza de piano tocada con cuarenta dedos: impredecible, y es difícil para los humanos imaginar cómo se produjo”.
No cree que este tipo de música pueda conmover a las personas de la misma manera que la música tocada por humanos. Sin embargo, cree que sus robots pueden inspirar a los músicos.
“Un robot que imita con precisión el comportamiento humano no es inspirador. Los humanos podrían hacer lo mismo, incluso mejor.
Sin embargo, si logramos crear robots que tengan algo de humanidad, pero que sean únicos a su manera, inspirarán mucho más“, dice Karbasi.
Jensenius cree que ZRob es interesante para los músicos, ya que puede crear nuevos tipos de ritmos y tocar más rápido que los humanos.
Además, puede ser una ayuda práctica.
“Si tocas la guitarra y cantas, puedes conseguir un robot de batería para que toque contigo. Si eres un baterista que ha perdido un brazo, puedes utilizar un robot como reemplazo”, dice Jensenius.
La investigación también tiene un alto valor de transferencia, según Jensenius.
“Si conseguimos crear robots de tambor complejos que detecten y adapten su comportamiento en consecuencia, estaremos más cerca de crear robots que puedan realizar otro tipo de acciones, como levantar un vaso de agua o cortar un pepino sin problemas”.
Fuente: Frontiers