Investigadores han demostrado un robot que crece como una enredadera en respuesta a estímulos como luz y presión.
La máquina, llamada FiloBot, tiene un cabezal que imprime su propio cuerpo fundiendo y extruyendo plástico, que luego se solidifica a medida que se enfría.
La cabeza del robot está conectada a una base mediante una manguera delgada, a través de la cual recibe un suministro nuevo de plástico de un carrete.
La tasa de crecimiento de FiloBot es lenta: su cuerpo se alarga sólo unos pocos milímetros por minuto.
Los robots parecidos a plantas algún día podrían encontrar aplicaciones en misiones de búsqueda y rescate, u otras situaciones en las que deban navegar en entornos impredecibles, dice Emanuela Del Dottore, robótica del Instituto Italiano de Tecnología en Génova.
El lento crecimiento del robot podría ser una ventaja, añade: en un edificio derrumbado podría ayudar a evitar perturbar los restos inestables, por ejemplo.
La tecnología también podría constituir la base de la infraestructura de autoconstrucción.
“Estamos fascinados por las múltiples características diferentes de las plantas que les permiten conquistar entornos muy desafiantes y mutables“, dice Del Dottore.
Fuente: Nature