Pues sí, subir escaleras es un ejercicio exigente desde el punto de vista físico. Y un consejo: no se salte peldaños.
Si está pensando en ponerse a hacer ejercicio sin demasiadas complicaciones, la ciencia le recomienda, en primer lugar, que se olvide del ascensor.
De hecho, antes de que existieran las pruebas de esfuerzo, controlar la función cardiorrespiratoria después de haber subido escaleras era un test fiable para averiguar si alguien estaba en forma.
Hace seis años, una investigación canadiense realizada con personas de más de sesenta años demostró que esa actividad es dos veces más agotadora que andar rápido, y consume un 50 % más de calorías que levantar pesas o caminar por una rampa inclinada.
Por su parte, científicos de la Universidad de Roehampton, en el Reino Unido, comprobaron que subir cinco pisos a pie cinco veces a la semana supone quemar una media de 302 kilocalorías si no nos saltamos peldaños, y 260 cuando lo hacemos de dos en dos.
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Los investigadores atribuyen la diferencia no solo a que invertimos más tiempo en el primer caso, sino también a que los pasos breves suponen una contracción más rápida de los músculos y, en consecuencia, un mayor gasto de energía.
Los beneficios no terminan ahí.
En un artículo de la revista especializada Preventive Medicine se podía leer que dedicar 13,5 minutos al día durante siete semanas consecutivas a este ejercicio produce mejoras fisiológicas importantes, como una ralentización del ritmo cardiaco y un aumento de los niveles del llamado colesterol bueno.
Fuente: Muy Interesante