En Los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992, Kevin Young lograba la medalla de oro en los 400 metros vallas con una marca extraterrestre: 46,78 segundos.
Parecía imposible que nadie la batiese nunca, pero en los Juegos Olímpicos de Tokyo esa misma prueba vio cómo en la final tres atletas superaban el hito de Young. ¿Cómo es posible?
Puede que la pista ayudara, puede que los atletas fueran extraordinarios, pero lo que según los expertos tuvo un papel fundamental fueron sus zapatillas, que en dos de los tres casos usaban la tecnología ‘Super Spikes’ de Nike (y que en el tercero era una variación).
¿Qué hace esa tecnología? Lograr que los atletas vuelen. O casi.
En los Juegos Olímpicos de 2016 los tres primeros clasificados de la maratón masculina y la ganadora de la maratón femenina tenían algo en común: usaban zapatillas de Nike con la tecnología Vaporfly.
Dichas zapatillas, con una suela gruesa y placas curvadas de fibra de carbono, demostraron ofrecer una mejora del rendimiento de un cuatro por ciento al compararlas con las mejores zapatillas de carrera en ese momento.
Esa tecnología, ahora ya común tanto en Nike como en otras marcas que compiten con ella, ha evolucionado.
Ya no solo quiere ganar maratones. Quiere ganar carreras cortas, y lo está logrando.
Nadie está del todo seguro de cómo funcionan, pero un estudio preliminar trata de ahondar en esa cuestión.
En el caso de las Vaporfly, la idea tras las zapatillas (o más bien, debajo de ellas) estaba en un sistema que favorecía e “impulsaba” al corredor, pero que solo lo hacía en ritmos relativamente lentos (si es que el frenético ritmo de los maratonianos olímpicos puede llamarse lento).
Según esos estudios, la tecnología de Super Spikes “combinan espumas y cámaras de aire ligeras y resistentes con una placa rígida de nylon o fibra de carbono.
Esos dos ingredientes —espuma y placa— son también características destacadas de las Vaporfly y de otras zapatillas similares, pero hay algunas diferencias“.
El experto responsable de ese estudio indicaba que “según las normas actuales del World Athletics, las suelas de las zapatillas de carretera pueden tener un grosor de hasta 40 mm.
Las de carreras de 800 m y superiores solo pueden tener 25 mm de grosor.
Esa zapatillas también tienen clavos para agarrar en la superficie“
Aunque algunos indicaron que la placa de carbono curvada podía actuar como una especie de “muelle“, la realidad es que ese no es el efecto que produce (aunque en ese estudio no tienen claro qué puede ser).
Los expertos tienden a considerar esas placas como palancas o dispositivos de rigidez: en condiciones adecuadas, una placa rígida ahorra energía que de otro modo se desperdiciaría al doblar el dedo gordo del pie.
Parece que la clave real y la diferencia con las Vaporfly está en esa capa de espuma amortiguadora, creada con materiales como PEBA (Polyether Block Amide) o TPU (Poliuretano Termoplástico) que se unen a otros y que se diferencian de tecnologías pasadas en que son más ligeros, más comprimibles y más resistentes (pueden volver a recuperar su forma después de ser comprimidos, devolviendo gran parte de la energía que se utilizó para comprimirlos).
La tecnología básica no ha cambiado: simplemente ha mejorado. Lo que ocurre es que quizás lo haya hecho demasiado.
El problema es que la tecnología Super Spikes (o Spikes a secas) de Nike ha conseguido llevar eso a las distancias medias y cortas.
Desde que los primeros prototipos comenzaran a aparecer en 2019, los récords han ido cayendo de forma sorprendente.
Se batieron por ejemplo los récords de 5.000 y 10.000 metros, y también los de pista cubierta de 1.500 o de la milla.
Los atletas estaban sorprendidos (y encantados).
La vista, no obstante, estaba puesta en los Juegos Olímpicos de Tokyo, y una vez más esas zapatillas han sido aparentemente parte fundamental de la caída de varios récords mundiales y olímpicos que hasta hace poco parecían inamovibles.
Algunos récords no solo han caído: han sido aplastados.
Un ejemplo curioso lo tenemos en Karsten Warholm, el reciente ganador de la prueba de 400 vallas.
Este atleta logró pulverizar el récord del mundo con un tiempo asombroso de 45,94 segundos, una marca que suponía bajar 76 centésimas de segundo la plusmarca que él mismo había logrado en la reunión de Oslo.
Lo curioso del caso es que Warholm no llevaba zapatillas con la tecnología de Nike, pero sí usó unas con tecnología desarrolladas por Puma y Mercedes (las Puma EvoSpeed Future Faster+) y que desde luego ayudaban en la prueba, aunque según él no de la forma en la que lo hacen las de Nike.
El atleta se mostró especialmente crítico con esa tecnología, que por ejemplo usaba el segundo clasificado, Rai Benjamin (con unas Nike Maxfly), que logró hacer también un tiempo asombroso de 46,17 segundos.
El tercer clasificado, el brasileño Alison dos Santos, también hizo una marca asombrosa de 46,72 segundos.
Los tres corrieron más rápido de lo que lo había hecho Keving Young hace 29 años, cuando con su marca de 46,78 segundos logró ese récord del mundo en la que se consideró como una de las mejores carreras de todos los tiempos, en las Olimpiadas de Barcelona 92.
¿Un récord que no se mueve en casi tres décadas, y de repente lo baten tres atletas? Raro.
Warholm acusó a Benjamin de “llevar esas cosas en sus zapatillas, las cuales odio“.
Para este atleta no tenía sentido hacer algo así con las zapatillas de sprint, y dejó claro que daban una ventaja muy discutible:
“En la media distancia puedo entenderlo por la amortiguación.
Si quieres amortiguación puedes poner una colchoneta, pero si pones un trampolín creo que es una gilipollez, y creo que resta credibilidad a nuestro deporte“.
Es cierto que Warholm también habló de la pista de atletismo de Tokyo, que ayudó, pero sí reconoció que sus rivales también ayudaron a conseguir esa marca al competir de esa manera.
Aunque sus zapatillas también ayudan al atleta a impulsarse en carrera, Warholm declaró que esa tecnología era muy diferente a la de Nike.
“Sí, tenemos la pequeña placa de carbono, pero hemos tratado de hacerla lo más delgada posible porque esa era la forma en la que quería hacerlo.
Por supuesto que la tecnología siempre estará ahí, pero yo quería también reducirla a un nivel en la que pudiéramos comparar resultados“.
Benjamin, mientras tanto, aludía a las ventajas que ofrecía esa pista, pero no parecía reconocer que las zapatillas hubieran tenido mucho (o nada) que ver con su marca.
“Nadie hará lo que hemos hecho. No me importa quien seas.
Podrías ser Kevin Young o Edwin Moses. Mis respetos a esos chicos, pero no pueden correr como lo hemos hecho nosotros“.
Lo cierto es que la tecnología de las zapatillas de Nike está teniendo tal éxito que está causando efectos sísmicos en el atletismo.
Tanto es así que según The Wall Street Journal, las marcas que patrocinan a los atletas les están dando permiso para que se pongan esas Nike: las suyas no son tan buenas. Al menos, no de momento.
Sebastian Coe, presidente de World Athletics, organismo que gobierna el atletismo a nivel mundial, no parecía tener problemas con una tecnología que había sido aprobada por este organismo y que para él son parte de la evolución del deporte y la tecnología.
“Creo que estamos en un mundo de innovación. No quiero atajar la innovación que los fabricantes de zapatillas están logrando.
Hay un equilibrio, por supuesto. Tenemos un sistema que evalúa las zapatillas.
El principio que intento mantener en todo momento es el de crear igualdad de condiciones, y creo que vamos a llegar a un punto en el que no habrá una ventaja masiva en cualquier marca que lleves puesta“.
Sí los tenía Usain Bolt, que afirmó que esta tecnología daba una “ventaja injusta para muchos atletas“.
De hecho, destacaba, “habría bajado de los 9,50 segundos [en los 100 metros lisos] con las Super Spikes“.
Él probablemente no vaya a hacerlo ya, pero aunque parezca increíble quizás acabemos viendo algo así antes de lo que pensamos.
Y la culpa la tendrá (al menos, en parte), la tecnología de las zapatillas.
Fuente: Outside
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