Unos investigadores han desarrollado una forma de colocar sobre superficies recubrimientos especiales que “se comunican” químicamente con bacterias, diciéndoles lo que deben hacer.
Guerra total, sin cuartel, sin tregua. Sembrar los campos con sal y quemar todo lo que encontremos a nuestro paso. Esta es la estrategia que un equipo del The Scripps Research Institute quiere que sigamos contra las (cada vez más preocupantes) resistencias a los antibióticos.