En la mañana del 28 de enero de 2014, Gabriel MaGee saltaba desde lo alto del edificio para el que trabajaba, en el complejo Canary Wharf, Londres. Aunque puede que nunca sepamos realmente qué ocurrió, según dicen las malas lenguas (y los millones de conjeturistas en internet), Macgee estaba cometiendo un “suicidio cuántico”.