Unos investigadores han demostrado que la conductancia del ADN puede ser modulada a base de controlar su estructura, abriendo de la posibilidad de su uso como interruptor electromecánico para una modalidad de computación, a nanoescala.
Miles de veces más delgadas que una hoja de papel, estas placas pueden retorcerse y arrugarse sin perder su forma original, material extremadamente delgado que aún puede cogerse con la mano.