El nuevo sistema se basa en aprovechar las propiedades físicas de los láseres ultralargos de fibra óptica, para el intercambio seguro de claves secretas a decenas de kilómetros de distancia.
Mikel Bravo Acha ha centrado su tesis doctoral en las aplicaciones de la fibra óptica como sensor. En el desarrollo de su investigación, llevada a cabo en la Universidad Pública de Navarra, en España, ha medido en laboratorio un sensor colocado en la fibra óptica a 253 kilómetros de distancia.
Aunque se suele poner como ejemplo de discreción a las paredes, presumiendo de que no hablan, y por extensión al resto de elementos arquitectónicos, muebles y otros objetos comunes de una habitación, ahora la discreción de todos ellos sobre conversaciones que tengan lugar a su lado ya no está garantizada, debido al naciente campo de las técnicas ópticas capaces de percibir en objetos las vibraciones que el sonido del habla genera, y de descifrarlas con tanta sofisticación que ello permite distinguir las palabras pronunciadas.