TARDÍGRADO, PRIMER ORGANISMO MULTICELULAR EN PARTICIPAR EN UN ENTRELAZAMIENTO CUÁNTICO

Tardígrado, primer organismo multicelular en ser entrelazado cuánticamente

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Los tardígrados han superado otro desafío, pero este es más ‘loco’ que ningún otro: uno de ellos ha intervenido en un entrelazamiento cuántico.

Los caminos de la mecánica cuántica son inescrutables.

Esta rama de la física es muy poco intuitiva, pero, a la vez, es apasionante, y actualmente está disfrutando una segunda juventud gracias al desarrollo de los computadores cuánticos.

Algunos de los científicos que investigan en esta área han demostrado no tener ningún reparo en recurrir a su imaginación si de esta forma pueden dar con una idea original.

Y, por supuesto, esta estrategia es muy respetable.

¿Qué tienen que ver los tardígrados con la física cuántica? ¿O con los computadores cuánticos?

Vale la pena recordar que un tardígrado es un ser vivo microscópico e invertebrado que suele sentirse a gusto en el musgo, los líquenes y los helechos.

Su peculiar fisonomía y su graciosa forma de desplazarse han provocado que sean conocidos como ‘ositos de agua’, pero nada de todo esto es lo que los hace especiales.

La razón por la que los tardígrados llevan varios años acaparando los titulares de los medios de comunicación, y con razones fundadas para hacerlo, es que son extraordinariamente resilientes.

Su capacidad de sobrevivir a las condiciones más adversas imaginables ha sorprendido en muchas ocasiones a los científicos.

Y es que no solo son capaces de sobrevivir en el falso vacío del espacio y de soportar ciertas formas de radiación ionizante, temperaturas de entre -200 y 150 ºC, y hasta presiones cercanas a las 6000 atmósferas; también acaban de demostrar que son capaces de superar las condiciones del entrelazamiento cuántico.

Los investigadores forman parte de instituciones prestigiosas, como la Universidad de Oxford, la Universidad de Copenhague o la Universidad Tecnológica de Nanyang (Singapur), entre otros centros muy respetados.

Han publicado un artículo en el que explican que han llevado a cabo un experimento de entrelazamiento cuántico entre un tardígrado en estado de criptobiosis acoplado a un cúbit superconductor y un segundo cúbit.

Lo sorprendente no es que dos cúbits superconductores estén entrelazados, sino que en este mecanismo esté involucrado un organismo vivo.

La criptobiosis es, a grandes rasgos, un estado de latencia adoptado por algunos seres vivos cuando las condiciones ambientales son extremadamente rigurosas.

Su estrategia consiste en suspender todos los procesos metabólicos hasta que las condiciones a las que están expuestos les permiten reanudar su actividad metabólica normal.

Por si esto no fuese ya lo suficientemente sorprendente algunos estudios científicos defienden que estos seres pueden permanecer durante siglos en este estado.

Por otro lado, el entrelazamiento cuántico no tiene un equivalente en la física clásica, y consiste en que el estado de los sistemas cuánticos involucrados, que pueden ser dos o más, es el mismo.

Esto significa que estos objetos, en realidad, forman parte de un mismo sistema, incluso aunque estén separados físicamente.

De hecho, la distancia no importa.

Si dos partículas, objetos o sistemas están entrelazados mediante este fenómeno cuántico, cuando midamos las propiedades físicas de uno de ellos estaremos condicionando instantáneamente las propiedades físicas del otro sistema con el que está entrelazado.

Incluso aunque esté en la otra punta del Universo.

Suena a ciencia ficción, es verdad, pero por muy extraño y sorprendente que nos parezca este fenómeno se ha comprobado empíricamente.

De hecho, es, junto a la superposición de estados, uno de los principios fundamentales de la computación cuántica.

Resulta asombroso que un tardígrado, que por muy pequeño que sea (miden entre 0,05 y 1,5 mm) es, como hemos visto, un ser vivo, haya podido formar parte de algo así.

De hecho, las condiciones a las que ha estado sometido durante este proceso han sido extremadamente rigurosas.

Entre todas ellas destaca una temperatura aproximada de -273 ºC (muy cerca del cero absoluto, que es -273,15 ºC).

Y a pesar de sufrir en sus propias carnes estas agresiones durante 420 horas, cuando los científicos dejaron tranquilo al tardígrado y las condiciones ambientales se relajaron recuperó su actividad metabólica normal. Como si allí no hubiese pasado nada.

Algunos expertos en computación cuántica, como Juan José García Ripoll, un investigador del Instituto de Física Fundamental del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ponen en duda las conclusiones a las que han llegado los autores de este experimento.

En este hilo de Twitter Juan José y otros investigadores expresan sus reticencias:

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Más allá de las dudas razonables que ha suscitado este experimento es interesante comprobar que un tardígrado ha sido capaz de superar una vez más unas condiciones extraordinariamente adversas.

De hecho, al parecer son las más rigurosas a las que uno de estos pequeños organismos ha sido sometido. Al menos por el ser humano.

Y, si finalmente se confirman las conclusiones a las que han llegado los autores del experimento, cabe la posibilidad de que la simbiosis entre los sistemas cuánticos y los organismos biológicos dé inicio a una nueva línea de investigación que, quién sabe, podría ser prometedora.

Fuente: New Scientist

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