Hace 10 años que en Fairphone iniciaron un proyecto fantástico: lograr poner a disposición de la gente un teléfono sostenible, un dispositivo “más justo” para todos, desde los que obtienen los materiales necesarios para su producción hasta los usuarios que acaban teniendo acceso a un smartphone modular y especialmente reciclable y reparable.
Esa apuesta llega ahora a un nuevo hito: se acaba de lanzar el Fairphone 5, que es una evolución relevante de su antecesor pero que sigue destacando por esos valores éticos de los que ningún otro fabricante en la industria puede presumir.
No ganará batallas fotográficas o de rendimiento, pero es que nunca lo pretendió. Su razón de ser es otra.
El Fairphone 5 utiliza el mismo chasis que su predecesor, y lo hace con tres acabados distintos: negro mate, azul cielo y semitransparente, siendo esta última opción todo un legado a esa obsesión por transmitir la transparencia del proyecto en todo momento.
Se mantiene el módulo de cámaras, el sensor de huella lateral y esa carcasa trasera que es fácilmente desmontable y que da acceso rápido al interior del móvil.
Lo que cambia de forma sensible es la parte frontal: aunque las dimensiones del chasis son las mismas, la diagonal de pantalla crece ligeramente de las 6,3 a las 6,46 pulgadas: los marcos por tanto se reducen y el aprovechamiento del frontal gana enteros en esta nueva generación.
No hay aquí un esfuerzo especial por lograr que el Fairphone 5 sea fácilmente identificable a ojos no expertos: solo el módulo de cámara triangular destaca en esas líneas modestas, casi más propias de terminales menos ambiciosos en ese sentido tanto en sus líneas como en sus materiales.
A cambio, eso sí, el Fairphone vuelve a superarlos a todos ellos en un apartado singular: la modularidad y reparabilidad.
Como ocurría con sus antecesores, este móvil está pensado para que uno pueda repararlo con facilidad si surgen problemas, pero también para que lo pueda actualizar con nuevos componentes.
Así, al abrir la carcasa tendremos acceso inmediato a la batería reemplazable, pero también a la pantalla, el puerto USB-C, el altavoz o el módulo de cámaras.
Reparar esa pantalla nos costará 99,95 euros, que es menos de la mitad de lo que nos costaría en un terminal de Samsung y una tercera parte de lo que cuesta en el caso de los iPhone.
Esta propuesta también confirma sus valores en la lista de componentes internos.
La hoja de especificaciones es muy decente, aunque en varios apartados queda por debajo de propuestas tanto de gama alta como incluso de competidores más asequibles.
El procesador es probablemente el elemento más afectado por esa circunstancia.
Estamos aquí ante un Qualcomm QMC 6490, un SoC con ocho núcleos que la propia Qualcomm orienta más a la IoT que al mundo de los smartphone.
El rendimiento es claramente más modesto que el de los grandes protagonistas actuales, y se sitúa en la línea de los Apple A13 Bionic o de los Snapdragon 7 Gen 1, por ejemplo.
Aún así tendremos margen de maniobra más que suficiente para todo tipo de escenarios, incluye el procesador Hexagon para acelerar procesos de IA, y además contamos con conectividad 5G y también con soporte Wi-Fi 6E.
El procesador está acompañado por 8 GB de memoria RAM y una capacidad de almacenamiento muy generosa: 256 GB que de hecho podremos llevar aún más allá gracias a la ranura microSD que permite expandir este parámetro con una tarjeta de hasta 2 TB adicionales.
La pantalla no solo gana en tamaño, sino también en calidad: damos el salto a un panel POLED con un brillo máximo de 880 nits y que además ofrece soporte para tasas de refresco de 90 Hz.
La ranura nanoSIM da también cabida a una tarjeta eSIM.
La batería también crece sensiblemente hasta los 4.200 mAh, y es posible disfrutar de carga rápida de 30 W: lograremos el 50% de carga en apenas 20 minutos.
No incluyen ni cable USB, ni cargador ni adaptador de audio “porque lo más probable es que ya los tengas en casa.
No queremos generar residuos innecesarios dándote más de lo que no necesitas“, explican sus responsables.
También hay novedades jugosas en el ámbito de la fotografía.
Tanto los dos sensores traseros como el sensor frontal cuentan con una resolución de 50 Mpixeles y suben el nivel que ya ofrecieron los Fairphone 4.
El sensor principal es de hecho un Sony IMX 800 que presume de apertura de f/1.88.
El sensor ultra gran angular cuenta con un campo de visión de 117º, y disponemos de modo de video 4K con HDR, EIS y cámara lenta hasta 240 fps.
El tercer “sensor” de ese módulo trasero de cámaras no es fotográfico como tal, y está dedicado al Time-of-Flight, que permite medir con precisión la distancia a los objetos que queremos fotografiar y que por tanto ayuda mucho con las tareas de enfoque.
La cámara selfie dispone de un enfoque automático superrápido, y ese sensor de 50 MP también es prometedor.
Hay otra ventaja importante más en estos dispositivos, y es la presencia de una versión de Android 13 muy limpia, casi “stock“.
El fabricante garantiza nada menos que “al menos cinco actualizaciones del sistema operativo“, cuando otros fabricantes garantizan tres (con suerte).
Así, el Fairphone 5 estará a la última hasta al menos 2028, mientras que las mejoras de seguridad estarán disponibles hasta 2031.
No sería extraño que las actualizaciones Android fueran de hecho más de cinco, el móvil está garantizado durante cinco años.
El Fairphone 5 se puede reservar desde el sitio web de la compañía.
Comenzará a llegar a los usuarios a partir del próximo 14 de septiembre, y las peticiones se atenderán por orden de llegada.
Solo hay una versión disponible del móvil, que contará con 8 GB de RAM y 256 GB de capacidad.
Ese modelo del Fairphone 5 tiene un precio de 699 euros.
Fuente: Fairphone
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