Si hablamos de neuroprótesis es fácil que lo primero que se nos venga a la mente sean implantes cerebrales como los desarrollados por Neuralink o aquellos que buscan facilitar el día a día de personas con Parkinkson y dolencias semejantes.
Sin embargo estos aparatos pueden ir más allá de nuestro cerebro.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW) se encuentra trabajando en un implante ocular con el objetivo de devolver la vista a personas con daños en las células fotorreceptoras de la retina.
El implante podría ayudar a personas con enfermedades como la retinitis pigmentaria o la degeneración macular asociada con la edad.
El dispositivo funciona de forma semejante a una placa solar y está, en cierta forma, basado en estos.
El ingenio funcionaría como una neuroprótesis.
Estas prótesis son, explican los responsables, artefactos ideados para interactuar con el sistema nervioso con el fin de recuperar su función.
Dentro de este campo aún “en pañales” quizás el desarrollo más conocido sea el de los implantes cocleares.
Estos dispositivos convierten el sonido en señales eléctricas con las que estimulan el nervio auditivo.
La idea detrás de este implante no es muy distinta a la del implante auditivo.
Si uno transforma ondas de sonido en impulsos eléctricos, el nuevo desarrollo trata de convertir luz en corriente eléctrica.
Estos dispositivos parten por tanto del uso de electrodos que crean un voltaje que envían al nervio generando un impulso a modo de pixel.
Como explica Udo Roemer, investigador de la UNSW dedicado a desarrollar esta tecnología, los primeros intentos de ponerla en práctica tenían la desventaja de requerir cables que tendrían que ir en la cavidad ocular, algo demasiado engorroso.
Su alternativa pasa por estos pequeños paneles solares, los cuales irían acoplados al globo ocular, convirtiendo la luz que pasa por ellos en leves pulsos eléctricos.
Al tratarse de paneles solares, estos no requerirían una fuente externa de energía y por tanto quitarían cables de la ecuación.
Otra de las claves del trabajo de Roemer está en los materiales.
Los desarrollos actuales parten generalmente del silicio como semiconductor.
El trabajo realizado en la UNSW parte de otros materiales con propiedades semejantes pero más fáciles de “afinar”, como el arseniuro de galio o el fosfuro de indio y galio.
Uno de los principales desafíos tecnológicos a los que se tiene que enfrentar el equipo es el de apilar estos receptores.
Por sí mismas, estas células solares no pueden generar suficiente voltaje como para enviar el impulso eléctrico necesario.
La idea del equipo para resolver este problema pasa por “apilar” receptores.
Esta es una de las ventajas del arseniuro de galio frente al silicio convencional.
Roemer explica que el proyecto se encuentra en la fase de prueba de concepto.
Hasta ahora el equipo ha logrado crear paneles con dos capas apiladas, pero para que el desarrollo pueda avanzar necesitarán al menos una tercera capa.
También tendrán que pasar por una fase de miniaturización.
Por ahora estos paneles tienen un tamaño de 1 cm² aproximadamente.
El objetivo es crear placas de unos 2 mm² compuestos por celdas individuales que funcionen a modo de pixeles de unos 50 micrómetros.
Fuente: UNSW
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