06Un reciente y prometedor estudio muestra la regresión total de un cáncer de mama que había sido tratado anteriormente por otros medios sin éxito alguno.
Esta nueva terapia utiliza las mutaciones como “guía” para que sea el propio sistema inmune el que ataque a las células causantes del tumor.
Esto, explican los investigadores, podría utilizarse para combatir otros tipos de cáncer. Y lo mejor de todo es que la investigación ya se encuentra en fase clínica II.
En el artículo publicado, la paciente no es más que un mero sujeto, sin nombre ni rostro. Solo un montón de resultados, estadísticas y números.
Pero detrás de esta amalgama de información existe una mujer que ya había sido “desahuciada” de la vida. Hablamos de una persona con una metástasis causada por un cáncer de mama.
Según explican los investigadores, en un frío tono científico, esta paciente había probado “múltiples tratamientos”, incluyendo diversos tipos de quimioterapias y tratamientos hormonales, sin éxito alguno: ninguno consiguió remitir el avance del cáncer en su cuerpo.
Fue entonces cuando la paciente se apuntó a esta terapia experimental, ya en fase clínica, sin nada que perder.
Y, sin embargo, ganó el premio gordo.
En el tratamiento diseñado, explicaban los autores, todas las células tumorales desaparecieron, remitiendo hasta más de veintidós meses después.
Hablamos de una remisión del 100% cuando ya no quedaba esperanza para esta mujer.
En las asépticas palabras de Tom Misteli, director del Centro para la Investigación del Cáncer, del National Cancer Institute:
“Este es un caso ilustrativo que destaca, una vez más, el poder de la inmunoterapia”.
Para la “sujeto”, sin embargo, es un ejemplo más de los milagros que puede obrar la medicina moderna.
¿En qué consiste la inmunoterapia?
La función del sistema inmune es una de las más complejas y sofisticadas que existen.
A medida que lo conocemos mejor vamos aprendiendo cómo moldearlo y emplearlo para nuestro beneficio.
En concreto, la inmunoterapia consiste en utilizarlo para combatir enfermedades que no podemos curar de otra manera.
Para ello, lo que hacemos es modificar alguna parte del proceso inmunológico para que sea capaz de destruir la fuente de la enfermedad.
Por ejemplo, en este caso, se emplea una técnica inmunoterapéutica denominada transferencia adoptiva celular, o ACT por sus siglas en inglés, que consiste en introducir en la paciente linfocitos modificados.
Estos linfocitos han sido preparados en el laboratorio para detectar “las mutaciones” de las células tumorales.
La paciente de la que hablábamos mostraba hasta sesenta y dos mutaciones en las células cancerígenas.
Así que los investigadores prepararon en el laboratorio unos linfocitos especiales conocidos como “infiltrantes de tumores”.
Estos linfocitos infiltrantes de tumores se observan atacando a las células cancerosas, pero no siempre tienen todo el éxito que deberían.
Pero al ser modificados en el laboratorio, donde se les prepara para identificar a las células del tumor sin lugar a dudas, se vuelven terriblemente efectivos, tal y como han comprobado los investigadores.
Lo que hacen estos linfocitos especiales modificados es detectar la expresión de las mutaciones identificadas en el tumor.
Estas se manifiestan como ciertas proteínas y factores tumorales concretos, que no están presentes en las células sanas.
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En otras palabras, estamos usando nuestro propio armamento de defensa, nuestro sistema inmune, contra las células descarriadas. Pero para ello hay que prepararlas.
Tras diseñarlas en el laboratorio, los pacientes han de ser inmunodeprimidos, es decir, hay que reducir el número de linfocitos normales que tienen para poder infiltrarles los nuevos linfocitos sin que se manifieste ningún problema clínico.
“Es irónico que las mismas mutaciones que causan el cáncer puedan ser los mejores objetivos para tratar la enfermedad”
¿Y por qué los linfocitos no detectan de forma natural los tumores?
En realidad sí que lo hacen, al menos generalmente.
Cuando ocurre alguna mutación que conlleva una modificación que no es detectada por nuestros sistemas de defensa (apoptosis, control inmunitario…), se produce un tumor.
Lo mejor de esta terapia, explican los investigadores, es que no solo sirve para el cáncer de mama.
“Todos los cánceres tienen mutaciones, y eso es a lo que estamos atacando con esta inmunoterapia”, explicaba en la nota de prensa el Dr. Rosenberg, jefe de Cirugía en el Centro de Investigación del Cáncer del NCI.
Según los investigadores, esta misma técnica puede emplearse para crear linfocitos preparados para atacar otros cánceres, lo que abre la puerta a un sinfín de posibilidades.
Una de las cuestiones más prometedoras de este estudio es su estadio, puesto que ya se encuentra en fase clínica II.
Esto quiere decir que ya ha pasado las primeras y más tediosas fases de diseño terapéutico y se están haciendo las pruebas con seres humanos.
El siguiente paso sería hacer el estudio de fase III, lo que sería la antesala de su comercialización.
En la fase clínica II, el tratamiento ha de probarse con un grupo pequeño de personas para marcar las dosis y métodos de tratamiento más efectivos, así como marcar los posibles efectos secundarios.
Si todo va bien, en unos años podríamos tener esta terapia disponible en el mercado. Pero no hay que tirar cohetes todavía.
Para que un ensayo clínico pase de fase II a fase III, y de ahí al mercado, puede pasar hasta una década y muchas cosas pueden salir mal.
Absolutamente nada nos da garantías de que el tratamiento vaya a ver la luz, pues los controles son muy estrictos (y caros).
Aun así, cualquiera puede optar a ser un candidato para la fase clínica dos, convirtiéndose voluntariamente en uno de los sujetos de experimentación.
El NCI anunció en 2010 (hace ocho años) los primeros ensayos de esta fase, para que nos hagamos una idea de lo costoso que es hacer este tipo de pruebas.
En el anuncio oficial se detallan los sujetos que serán elegibles y cómo funcionan las pruebas.
Fue esta la manera en la que nuestra desconocida paciente llegó a contactar con el equipo y pudo optar por una cura que le había sido denegada mediante otros tratamientos.
El estudio tiene como fecha estimada de finalización el 2024.
Así que, como decíamos, todavía queda un tiempo para que veamos sus resultados en la clínica.
Eso sí, por el momento, es de los resultados más prometedores que hemos podido ver.
Y quién sabe si no estamos ante uno de los tratamientos que marcarán el futuro de la batalla definitiva contra el cáncer.
Fuente: Xataca