Los conocimientos sobre la esclerosis múltiple, así como los tratamientos destinados a minimizar sus síntomas, han avanzado mucho en los últimos años.
En la actualidad los científicos conocen bien los mecanismos que conducen a la enfermedad, pero no hay una bala de oro para combatirlos.
La calidad de vida de los pacientes ha mejorado mucho, gracias a tratamientos que reducen la gravedad y la frecuencia de las recaídas.
Sin embargo, aún no existe un tratamiento para la esclerosis múltiple que palie las dificultades a las que se exponen en las fases más avanzadas de la enfermedad.
Y es que, si bien no todos los enfermos pasan por todas las fases, generalmente hay una primera etapa, más leve, caracterizada por brotes muy bien definidos, en los que aparecen nuevos síntomas o se agudizan los que ya existían.
Esto es lo que se conoce como fase remitente recurrente.
Este nombre se debe a que después de los brotes, que ocurren de forma recurrente, aparecen periodos más o menos prolongados en los que los síntomas pueden mejorar o incluso desaparecer por completo, dando lugar a una remisión.
Es la etapa en la que se producen la mayoría de diagnósticos.
Y es justo la fase a la que normalmente va dirigida cualquier tratamiento contra la esclerosis múltiple.
Sin embargo, dos tercios de los pacientes, en un periodo de unos 25-30 años, llegan a lo que se conoce como etapa progresiva, que también puede ser primaria o secundaria.
En este caso, los síntomas ya son progresivos, sin brotes, y la discapacidad va empeorando poco a poco.
Los científicos llevan mucho tiempo buscando un tratamiento para la esclerosis múltiple que actúe en esta fase, si no revirtiendo el avance de los síntomas, al menos deteniéndolo.
Ahora, gracias a una nueva terapia celular, un equipo de científicos de Inglaterra e Italia podrían haber logrado dar un gran paso en ese camino.
La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune.
Es decir, se produce porque el sistema inmunitario ataca a alguna parte del propio organismo, al identificarla erróneamente como extraña.
En este caso, esa parte del cuerpo a la que ataca es la mielina.
Es decir, una vaina que protege las fibras nerviosas, facilitando la transmisión de señales entre ellas.
Si esa vaina se deteriora, los impulsos eléctricos nerviosos no se transmiten adecuadamente, como cuando se pela un cable.
Esto puede causar un abanico muy amplio de síntomas, que van variando, dependiendo de los nervios que se vean afectados en cada brote.
Las principales responsables de este ataque erróneo son las células de la microglía o microgliales, un tipo de células del sistema nervioso que actúan como componentes del sistema inmunitario.
Es decir, protegen al sistema nervioso central de ataques externos, como los de los virus, o internos, como cuando se desencadena un tumor.
Esto quiere decir que la esclerosis múltiple, en parte, se origina por un mal funcionamiento de las células microgliales.
Por eso, son un buen objetivo de cara al desarrollo de tratamientos.
Parte de los autores de este nuevo estudio, pertenecientes a la Universidad de Cambridge, llevaron a cabo previamente un estudio en ratones que señaló que las células madre podrían ser el tratamiento contra la esclerosis múltiple que estaban buscando.
Las células madre son aquellas que están aún en una fase tan prematura de su desarrollo que aún pueden transformarse en cualquier tipo celular.
Estas se pueden encontrar en fetos, ya que aún no han terminado de desarrollarse.
Además, en el cordón umbilical de los recién nacidos y en la médula ósea de los adultos.
Ahora bien, también existe la posibilidad de reprogramar células adultas.
Es decir, tomar células ya diferenciadas y hacerlas retroceder hasta el estado en el que podían diferenciarse en cualquier cosa.
Esto permite, por ejemplo, tomar células de la piel y, con las condiciones adecuadas, conseguir que se transformen en células cerebrales.
Y eso es lo que hicieron estos científicos.
Tomaron células de la piel de ratones adultos y las convirtieron de nuevo en células madre. Concretamente, células madre cerebrales.
Llegados a este punto, las inyectaron en el sistema nervioso central de ratones con esclerosis múltiple.
El procedimiento fue un éxito, ya que la inyección logró reducir la inflamación cerebral y el deterioro nervioso característicos de la enfermedad.
Parecía que las células madre podrían ser un buen tratamiento para la esclerosis múltiple. ¿Pero sería extrapolable a humanos?
Para responder a esta pregunta, los autores de la investigación han llevado a cabo la primera fase de un ensayo clínico en el que han participado 15 pacientes con esclerosis múltiple secundaria, reclutados en dos hospitales italianos.
Al contrario que con los ratones, se usaron células madre procedentes de un feto abortado, por lo que no fue necesario reprogramar las células adultas.
Todos los pacientes tenían un estado avanzado de discapacidad. De hecho, la mayoría usaban ya silla de ruedas.
Sin embargo, cuando se les inyectaron las células madre neurales en el cerebro, el avance de los síntomas se detuvo.
En los 12 meses siguientes, ninguno de los pacientes empeoró, a pesar de estar ya en una fase progresiva.
Tampoco hubo muertes relacionadas con el tratamiento para la esclerosis múltiple, ni efectos secundarios graves.
Por lo tanto, estos científicos consideran que la primera fase ha sido todo un éxito.
Los autores de la investigación no tienen claro a qué se debe la eficacia de este tratamiento para la esclerosis múltiple.
Creen que podría estar relacionado con un cambio en el metabolismo de las células cerebrales.
El metabolismo incluye todos los procesos por los cuáles las células llevan a cabo diversas reacciones químicas, generalmente con el objetivo de generar energía o de obtener nuevas sustancias.
Estudios anteriores muestran que los cambios en el metabolismo celular podrían cambiar el modo en el que se comportan las células microgliales.
Es decir, reconducir unas células con ataques erróneos a su labor defensiva original.
Con este estudio se ha visto que la inyección de células madre altera en cierto modo el metabolismo de los ácidos grasos, por lo que podría haber una relación.
También se ha visto que, cuantas más células madre se inyectan, menos se reduce el volumen cerebral con el tiempo.
Esto indica que se evita que las células nerviosas se degeneren. Pero aún habrá que investigar más para conocer los motivos.
Por otro lado, los autores del estudio son conscientes de que 15 personas son muy pocas para establecer la eficacia de su tratamiento para la esclerosis múltiple.
No obstante, lo cierto es que la primera etapa de un ensayo clínico no suele involucrar a muchos participantes y, normalmente, se emplea para comprobar la seguridad del fármaco.
En este caso, se ha visto que la inyección de células madre es segura y bien tolerada, por lo que el primer paso del camino hacia un tratamiento para las fases más avanzadas de esta enfermedad ha empezado con muy buenos resultados.
Ojalá las siguientes fases sigan en la misma línea.
Fuente: ScienceDirect