Se sabe que el ejercicio es muy beneficioso para pacientes con alzhéimer, especialmente por su capacidad para promover la neurogénesis. Estos investigadores han demostrado cómo ocurre.
Los beneficios aportados por el deporte son algo más que estudiado por la ciencia.
Se sabe que mejora el estado de ánimo, disminuyendo la probabilidad de padecer enfermedades mentales, como la depresión.
Además, también ayuda a prevenir los trastornos cardiovasculares, la diabetes tipo 2, algunos tipos de cáncer y, por supuesto, la obesidad.
Por otro lado, también existen numerosos estudios que analizan el papel del ejercicio físico en la mejora de los síntomas de algunas enfermedades neurodegenerativas, como el párkinson o el alzhéimer.
Este es el caso de un equipo de científicos del Hospital General de Massachusetts, que acaba de publicar en Science un estudio en el que se analiza el papel del ejercicio físico en la formación de nuevas neuronas en ratones afectados por alzhéimer, localizando los componentes cerebrales implicados en ello.
Aunque la inmensa mayoría de las neuronas del cerebro humano se generan durante el desarrollo embrionario, sí que hay dos regiones en la que siguen produciéndose en individuos adultos: el cuerpo estriado y el hipocampo.
Es precisamente en este último donde la neurogénesis cobra una gran importancia en la codificación del aprendizaje y la memoria.
Por eso, no resulta extraño que se trate de un proceso muy deteriorado en pacientes con alzhéimer.
Esta información lleva a pensar que buscar una forma de volver a inducir la formación de neuronas podría ayudar a mejorar los síntomas de la enfermedad. ¿Pero cómo?
Esa fue la pregunta que trataron de resolver los investigadores responsables de este nuevo estudio, con la ayuda de ratones de laboratorio con alzhéimer.
Observaron que se podía inducir neurogénesis de dos formas: a través de la realización de ejercicio físico o mediante fármacos y terapia génica.
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Los ratones a los que se habían administrado fármacos y terapia génica experimentaron la formación de nuevas neuronas en el hipocampo, pero mostraron muy pocos beneficios cognitivos.
En cambio, los que habían practicado ejercicio físico tuvieron una mayor puntuación en pruebas cognitivas y experimentaron una reducción en los niveles de placas beta amiloides.
Estas últimas consisten en la acumulación en el cerebro de un tipo de proteína asociada a la aparición de alzhéimer, por lo que su disminución se puede vincular a una mejora de la enfermedad.
Resulta sorprendente que un mismo proceso dé lugar a efectos tan distintos en los pacientes, por lo que el siguiente paso de estos científicos fue localizar el origen de esta curiosa diferencia.
La razón parecía residir en la inflamación, ya que las neuronas generadas a través de la administración de fármacos y terapia génica parecía no lograban sobrevivir al entorno hostil generado por la inflamación cerebral característica de la enfermedad de Alzhéimer.
Por el contrario, en el grupo de ratones que habían realizado ejercicio físico se observó la producción paralela de factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF en inglés), una proteína que desarrolla un papel muy importante en los procesos fisiológicos subyacentes a la plasticidad y el desarrollo del sistema nervioso.
Como resultado, se generaba un ambiente más propicio para el crecimiento neuronal.
Tras este hallazgo, se hizo una modificación del tratamiento farmacológico y de terapia génica anterior, de modo que se promoviera una neurogénesis combinada con la producción de BDNF.
El siguiente movimiento de estos científicos será tratar de extrapolar sus resultados a pacientes humanos y comprobar también si reproducir el tratamiento en pacientes aún sanos podría ayudar a prevenir la aparición de la enfermedad.
Será necesaria más investigación al respecto, aunque con los datos que han obtenido hasta ahora ya hay certeza suficiente para hacer una afirmación muy clara: los seres humanos disponemos de una razón más para no olvidar la importancia del ejercicio físico.
Fuente: Hipertextual
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