La propagación de ondas mecánicas, como las ondas sísmicas, el sonido, o las olas del mar, es uno de los fenómenos mejor explicados por las leyes de la física.
Estas mismas leyes predicen que las células de nuestro cuerpo no deberían propagar ondas mecánicas porque al ser muy ligeras y viscosas, como la miel, atenuarían rápidamente cualquier propagación.
Contrariamente a este paradigma, un estudio realizado por investigadores del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC) muestra cómo de la colisión entre dos tejidos celulares emergen ondas mecánicas que se propagan.
En el trabajo, publicado recientemente en la revista Nature Materials, el equipo dirigido por Xavier Trepat, profesor investigador ICREA en el IBEC y profesor asociado en la Universidad de Barcelona, ha mostrado cómo las células son capaces de sostener y transmitir estas ondas mecánicas a lo largo de distancias superiores a un milímetro, el equivalente a trescientas células alineadas una tras otra.
“Tras la colisión, las células transmiten información mecánica de forma colectiva, propagando una onda de deformación como si fueran un material continuo.
Es la primera vez que se observa este comportamiento en tejidos vivos”, comenta Pilar Rodríguez, recientemente doctorada en el grupo de Xavier Trepat y primera autora del estudio.
Inicialmente, los investigadores no buscaban estas ondas, sino que estudiaban las colisiones entre tejidos que expresaban diferentes efrinas, proteínas con implicaciones en el cáncer de colon.
Para ello establecieron una colaboración con el grupo de Eduard Batlle, del IRB, también autor del artículo.
“El cáncer de colon puede empezar cuando la barrera entre células que expresan diferentes efrinas deja de funcionar bien, permitiendo que algunas células no diferenciadas invadan otros tejidos y puedan formar un tumor”, resume Pilar Rodríguez.
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“Se trata de un fenómeno nuevo que no podríamos haber previsto, pues el marco teórico actual no lo puede explicar”, revela Xavier Trepat.
“El estudio invita a revisar las propiedades mecánicas que atribuimos a las células, y puede que a incorporar algunas nuevas.
Debemos entender los sistemas vivos como un nuevo estado de la materia, al que llamamos materia activa”, subraya Trepat.
Los investigadores desconocen la función de estas ondas.
“En biología, las ondas químicas suelen encargarse de transmitir información.
Es posible que las células utilicen ondas físicas para compartir información sobre su distribución en el espacio, o incluso que intervengan en algunas etapas del desarrollo embrionario”, añade Trepat.
En un futuro la comprensión de estas ondas físicas podría ser de gran relevancia en escenarios como el cáncer o la formación de órganos y tejidos.
Fuente: Noticias de la Ciencia