Una investigación sostiene que las personas más altas son más hábiles a la hora de estimar distancias tanto en la oscuridad como en la luz diurna, y no a causa de la perspectiva.
No es extraño que cada cierto tiempo se publiquen todo tipo de estudios con poco rigor científico que correlacionan rasgos como ser zurdo o decir más tacos con las capacidades intelectuales o con el atractivo de las personas.
Pero si hay un rasgo biológico fiable que se puede relacionar con la salud o con las capacidades del organismo, es la altura.
Depende del bagaje genético, pero suele ser un marcador muy fiel del nivel de salud de un individuo durante la infancia y la adolescencia, y está relacionado con una menor tasa de mortalidad durante la edad adulta, según un artículo publicado en «International Journal of Epidemiology».
Además, la altura confiere ciertas ventajas biológicas y sociales de las que hablaremos más adelante.
Una reciente investigación científica publicada en «Science Advances» defiende el hallazgo de una nueva de estas ventajas.
Según han concluido, las personas altas tienen mayor capacidad de calcular distancias en lugares oscuros.
Esto, que hoy en día solo puede servir para situarse en una discoteca o en un concierto, pudo haber tenido mucha importancia en el medio natural, donde era crucial saber la distancia a la que estaba un depredador o un refugio, o calcular la trayectoria de objetos en movimiento.
Normalmente, el cerebro usa varios trucos para estimar la distancia hasta un punto.
Estos pueden ser el tamaño de un objeto, la relación entre este tamaño y el entorno, la cantidad de textura que se ve desde la distancia o la altura de las figuras.
Pero en la oscuridad, muchas de estos trucos no funcionan, por lo que resulta más complicado estimar la distancia.
Para averiguar cómo se las apaña el cerebro en estas difíciles condiciones, los investigadores colocaron a 24 personas, separadas en dos grupos de altos y bajos, en una habitación a oscuras y solo iluminada tenuemente por luces LED.
Durante 2 segundos, las luces iluminaron una pelota de ping-pong suspendida de un cable. Pasado ese tiempo, la pelota desapareció.
A continuación, se pidió a los voluntarios que caminaran hasta donde creían que estaba la pelota momentos antes.
En aquellos casos en los que la pelota estaba a más de tres metros, los investigadores sostienen que las personas altas fueron más precisas a la hora de estimar la distancia.
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Los investigadores sospechan que la ventaja de la altura depende del ángulo.
Cuanto más altos estén los ojos de la persona, más fácil es mirar hacia abajo y estimar la distancia entre dos objetos.
Pero no solo eso, puesto que esa ventaja se pierde al sentarse, de modo que los científicos sospechan que los cerebros de personas más altas crean mejores mapas para procesar distancias. Incluso a oscuras.
La altura es un indicador central del nivel de salud; es un rasgo unido a la buena salud y al buen crecimiento.
Por eso, la malnutrición durante la infancia impacta tanto en la estatura como en la salud, incluyendo el desarrollo cognitivo.
En el lado negativo, ser más alto supone tener más celulas en tejidos que hay en el cuerpo, lo que en teoría incrementa las probabilidades de tener cáncer.
Por otro lado, los niveles de educación y de ingresos están positivamente relacionados tanto con la salud como con la altura, aunque todos ellos interaccionan en muchas direcciones.
La sociedad premia la altura, de forma que aquellos más altos tienen un mayor estatus social y exhiben más confianza.
Esto puede estar relacionado con consecuencias de la salud, o con la posición socio-económica.
Los hombres más altos suelen ser considerados como más atractivos, pero este efecto no se da en el caso de las mujeres.
Muchos deportes están dominados por personas altas, tal como explica un artículo publicado en BBC.
En muchos de ellos los miembros más largos permiten llegar más lejos o moverse más rápido.
Aunque también es verdad que una baja estatura permite ser más agil y lograr una mayor aceleración rotacional, lo que es interesante en gimnasia o patinaje, por ejemplo.
Fuente: ABC