A Estados Unidos el bombardero B-2 le costó un ojo de la cara.
Es de hecho el avión más caro jamás construido: se estima que el valor de cada uno de los 20 aviones de este tipo que existen es de 2.100 millones de dólares, muy lejos de los casi 110 millones que alcanza el “carísimo” F-35.
El bombardero tiene además otra característica diferencial: se trata de uno de los pocos aviones en activo con un diseño de ala o fuselaje integrado (Blended Wing Body, en inglés).
Ese diseño es espectacular visualmente, y ahora Airbus lo ha rescatado para desarrollar un prototipo llamado Maveric que ya ha realizado vuelos de prueba en secreto.
Gracias a ese diseño el avión recorta las emisiones de CO2 en un 20%, pero no todo son buenas noticias en un avión con el que Airbus quiere revolucionar la aviación comercial.
El fabricante europeo de aviones comerciales lleva algún tiempo efectuando vuelos de prueba con un prototipo a escala en una localización secreta en Francia.
Esos tests deben haber sido satisfactorios, porque Airbus ha desvelado el prototipo, llamado Maveric, en el evento Singapore Airshow.
Según Jean-Brice Dumont, responsable de ingeniería en Airbus, “necesitamos tecnologías disruptivas para lograr nuestros retos ambientales. Esta es la próxima generación de la aviación; estamos estudiando una opción“.
Efectivamente la ventaja fundamental de este diseño es sus mejoras aerodinámicas, que permiten aumentar la eficiencia y reducir las emisiones de CO2 en un 20%.
Este diseño no ha tenido éxito en el pasado debido especialmente a la complejidad de pilotar estos aviones.
Sin embargo las mejoras en los materiales y la potencia de proceso que permiten asistir a los pilotos en vuelo hace que ahora estos desarrollos puedan tener sentido.
No lo harán de forma inmediata, no obstante: el propio Dumont explicaba que este tipo de aviones de ala integrada podrían contribuir a la próxima generación de aviones comerciales que se espera llegue en la década de los 2030.
El uso de este tipo de diseño ha sido especialmente popular en aviones militares como el citado bombardero B-2 o el imponente Lockheed SR-71 Blackbird que también aprovechaba el concepto aunque de forma menos pronunciada.
Hay otras dificultades adicionales.
En primer lugar, su integración en aeropuertos podría ser problemática, algo que también afecta por ejemplo a los Airbus A380 por su envergadura.
En segundo lugar, ese diseño también plantea retos en caso de emergencia a la hora de colocar las salidas de emergencia del avión.
En tercero y más importante probablemente estaría la propia experiencia de los viajeros, que en muchos casos tendrían que sentarse en asientos sin ventana al exterior.
Más delicado es el tema de los mareos: los pasajeros sentados más lejos del eje podrían sentirse mal en los virajes.
El diseño desde luego es sorprendente y llamativo, pero Airbus deberá dar respuesta a todos esos retos en los próximos años.
Hay quien de hecho plantea que este tipo de aviones no son ideales para el transporte de pasajeros, y Boeing de hecho valora ese diseño como un formato válido, pero para transporte de mercancía.
Este fabricante ya desarrolló el X-48 en colaboración con la NASA, y parece que sigue investigando también este tipo de diseños como opción de futuro.
Fuente: Xataca