Científicos simulan el choque de mundos tan grandes como la Tierra para entender la evolución de los planetas y los efectos de las colisiones sobre las atmósferas.
Hoy en día los planetas del sistema solar giran en sus órbitas plácidamente, normalmente ajenos al impacto de grandes asteroides y cometas, que solo chocan con una frecuencia baja, al menos a escala humana.
Pero en los comienzos, el sistema solar fue un lugar muy violento, donde los planetas primordiales sufrieron un despiadado bombardeo y chocaron entre sí incontables veces.
Entre otras muchas cosas, se cree que este tipo de impactos fue el que creó la Luna o tumbó el eje de rotación de Venus.
Por tanto, comprender qué ocurre cuando los planetas impactan entre sí es clave para entender no solo la estructura de nuestro sistema solar y de los otros sistemas planetarios lejanos, sino también la propia naturaleza de planetas y exoplanetas, mundos en la órbita de estrellas lejanas.
Por estos motivos, un equipo de investigadores de las universidades de Durham y Glasgow, en Reino Unido, lleva a cabo simulaciones con el supercomputador COSMA para revelar lo ocurrido durante este tipo de colisiones, prestándole especial atención a lo que le pasa a las atmósferas.
Sus simulaciones, recientemente publicadas en « The Astrophysical Journal», muestran lo qué ocurre durante el choque de planetas de tamaño comparable al de la Tierra, cambiando velocidades, trayectorias y otras circunstancias.
Después de llevar a cabo 100 simulaciones han descubierto que las colisiones más indirectas, es decir, «de refilón», provocan una pérdida de atmósfera mucho menor a la de los impactos directos.
Por otro lado, los resultados también muestran que los choques a mayores velocidades son capaces de arrasar por completo tanto las atmósferas como el manto, la porción de lo planetas situada bajo la corteza.
Quizás lo más interesante es que los datos indican que el impacto que creó la Luna, una colisión ocurrida entre la Tierra primitiva y un objeto del tamaño de Marte, al que se conoce como Theia, apenas acabó con entre el 10 y el 50% de la atmósfera de nuestro planeta.
Por tanto, sus datos indican que un choque más directo podría haber tenido consecuencias a largo plazo muy perjudiciales para el desarrollo de la vida.
«Sabemos que las colisiones planetarias pueden tener un efecto enorme en la atmósfera de los planetas», ha dicho en un comunicado Jacob Kegerreis, coautor del estudio e investigador en la Universidad de Durham.
«Pero esta ha sido la primera vez en la que hemos podido estudiar amplias variantes de estos violentos fenómenos con detalle».
Gracias a eso, han dado con una forma de predecir la erosión de las atmósferas tras este tipo de choques, lo que es útil para «comprender tanto la historia de la Tierra, como planeta habitable, como la evolución de los exoplanetas alrededor de otras estrellas», en palabras de Kegerreis.
Después de haber conseguido estos resultados, los investigadores pretenden hacer cientos de simulaciones más para comprobar los efectos de las masas y las composiciones de los planetas.
Fuente: ABC