Científicos han creado una estructura que imita en algunos aspectos el intestino de ciertos gusanos y en el interior de la cual pueden vivir y proliferar bacterias capaces de descomponer plástico.
Esto podría ser la base de una estrategia para eliminar la gran cantidad de plástico desperdigado por la Tierra y causante de cuantiosos problemas medioambientales.
El logro es obra de un equipo encabezado por Yi-Nan Liu, de la Universidad Tecnológica Nanyang (NTU) en Singapur.
Estudios anteriores han demostrado que los gusanos Zophobas atratus (las larvas de un escarabajo) pueden sobrevivir con una dieta de plástico porque su intestino contiene bacterias capaces de descomponer los tipos más comunes de plástico.
Sin embargo, su uso en el procesado de plásticos ha sido poco práctico debido a la lentitud de su alimentación y al mantenimiento de los gusanos.
Liu y sus colegas han demostrado un nuevo método de aprovechar estas bacterias intestinales para biodegradar plástico con una rapidez razonable.
Mediante la alimentación de las larvas con plásticos y el cultivo de los microbios que se encuentran en sus intestinos, han demostrado ahora una forma de superar esos problemas.
La clave es aislar las bacterias intestinales de esos gusanos y utilizarlas para hacer el trabajo sin necesidad de criar los animales a gran escala.
Una cantidad enorme de estas bacterias puede vivir y proliferar dentro de la estructura, la cual les brinda un hábitat como el que tienen en los intestinos de esas larvas.
Durante 30 días, los científicos de la NTU alimentaron a tres grupos de esos gusanos con diferentes dietas de plástico: polietileno de alta densidad (HDPE), polipropileno (PP) y poliestireno (PS).
Liu y sus colegas eligieron estos plásticos porque son de los más comunes en el mundo y se utilizan en artículos cotidianos como por ejemplo envases alimentarios y botellas de detergentes.
El HDPE es un tipo de plástico conocido por su gran resistencia, lo que dificulta su descomposición.
Tras alimentar a los gusanos con plástico, los científicos extrajeron los microbiomas de sus intestinos y los incubaron en frascos que contenían nutrientes sintéticos y distintos tipos de plásticos, formando una especie de “intestino de gusano” artificial.
Durante seis semanas, se dejó crecer a los microbiomas en los frascos a temperatura ambiente.
Los científicos descubrieron que las comunidades microbianas que colonizaban los plásticos de los frascos eran más simples y estaban más adaptadas al tipo específico de plástico que los microbios presentes en los plásticos con los que se había alimentado directamente a los gusanos.
Cuando las comunidades microbianas son más sencillas y se adaptan mejor a un tipo concreto de plástico, la degradación del plástico puede ser más eficaz en aplicaciones prácticas y económicamente viables.
Fuente: Environment International