Una nueva tecnología podría abaratar la captura del dióxido de carbono procedente de todo tipo de emisiones.
Además, funciona tanto a gran escala como a pequeña, permitiendo sistemas grandes para uso industrial y sistemas pequeños para uso doméstico.
El avance es obra de un equipo integrado, entre otros, por Peng Zhu y Haotian Wang, de la Universidad Rice en Estados Unidos.
El nuevo sistema puede eliminar directamente el dióxido de carbono (CO2) de fuentes que van desde el humo de combustión hasta el aire normal, utilizando electricidad para inducir una reacción electroquímica basada en agua y oxígeno.
La mayoría de los sistemas de captura de carbono emplean un proceso de dos pasos:
En primer lugar, se utilizan líquidos con pH alto para separar el dióxido de carbono, que es ácido, de gases mixtos como el humo de combustión.
A continuación, el dióxido de carbono se extrae de la solución mediante calentamiento o inyectando un líquido con pH bajo.
Los métodos tradicionales requieren temperaturas de entre 100 y 200 grados centígrados, o incluso tan altas como 900 grados centígrados, dependiendo del proceso empleado.
El nuevo sistema no produce ni consume sustancias químicas mientras funciona.
Tampoco requiere calor ni altas presiones. Todo lo que necesita para hacer su trabajo es que se le conecte a un enchufe eléctrico.
Otro inconveniente de las actuales tecnologías de captura de carbono es su dependencia de infraestructuras centralizadas a gran escala.
En cambio, el nuevo sistema es modular y puede adaptarse con facilidad a diversos escenarios, incluida una vivienda.
Algunas empresas de tecnología espacial ya han mostrado interés en utilizar el nuevo sistema en estaciones espaciales o naves destinadas a viajes tripulados largos, para eliminar el dióxido de carbono que exhalan los astronautas.
El nuevo dispositivo desarrollado por Wang, Zhu y sus colegas puede eliminar de forma continua el dióxido de carbono del humo de una chimenea con una eficiencia superior al 98%, necesitando para ello una cantidad de electricidad relativamente baja.
La electricidad utilizada para alimentar una bombilla de 50 vatios durante una hora le permite al nuevo sistema suministrar entre 10 y 25 litros de dióxido de carbono de gran pureza.
El proceso no deja huella de carbono, o deja una huella muy limitada, si se alimenta con electricidad procedente de fuentes renovables como la energía solar o la energía eólica.
Fuente: Nature