Científicos construyen un compartimento sintético que funciona como una célula. Esto podría servir para hacer combustibles, medicamentos o productos químicos.
Científicos del Instituto Weizmann, (Rehovot, Israel), han conseguido hacer una reproducción artificial y en miniatura de un grupo de células e imitar su funcionamiento.
En concreto, han conseguido introducir dos genes, secuencias de ADN, y obtener proteínas.
Esto es muy importante porque las células almacenan la información que mantiene su estructura y les dice cómo funcionar en el ADN, pero necesitan que esta molécula produzca proteínas para hacer todas las cosas que necesitan, como crecer, reconocer el entorno o producir energía.
«Los genes son como Legos en los que puedes mezclar y unir varios componentes para producir distintas cosas», ha explicado Roy Bar-Ziv en «Science News». Es director del laboratorio donde dos de los estudiantes de doctorado han diseñado el prototipo de la célula artificial.
Si efectivamente logran que se comporten como las piezas de un Lego, se podría producir cualquier proteína en este sistema artificial.
Esto podría servir para comprender los procesos biológicos básicos y en el futuro ayudaría a sintetizar proteínas específicas para hacer combustibles, medicamentos, productos químicos o enzimas de uso industrial bajo circunstancias controladas o interesantes.
De momento solo han hecho pruebas con dos genes cada vez, pero pretenden aumentar la complejidad hasta reproducir redes de genes que interaccionan unos con otros. En última instancia, en teoría podrían probar con todos los genes de un organismo.
«El objetivo es diseñar un contenido de ADN similar a un genoma real y colocarlo en los compartimentos», ha explicado Alexandra Tayar, la estudiante que, junto con Eyal Karzbru, ha diseñado el sistema.
Su diseño consiste en una red de pequeños compartimentos unidos por capilares, que son unos pequeños conductos que permiten el tránsito de nutrientes y otras sustancias. En cada compartimento, los investigadores añadieron extractos de células naturales que tenían toda la maquinaria necesaria para producir proteínas.
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Cuando introducían los genes, toda esa maquinaria leía la información que contenían y producían las proteínas correspondientes.
Además vieron que la forma y el tamaño de los compartimentos influía en la producción de proteínas, tal como ocurre en los seres vivos. De hecho, el equipo ya está trabajando en un sistema que imite el desarrollo embrionario de algunos animales, en el que influye mucho la forma, el tamaño y la distribución de las células.
Sea como sea, aunque estos investigadores hayan conseguido diseñar un compartimento que da soporte a las funciones de la célula, han recurrido a la maquinaria de células naturales preexistentes y a genes extraídos de estas, por lo que aún no se puede hablar ni mucho menos de auténticas células artificiales.
Si estos investigadores han conseguido algo así como un compartimento sintético que funciona como una célula, en el pasado ha habido otros esfuerzos en producir genomas (conjuntos de genes) artificiales para luego colocarlos en células naturales.
En ambos casos, se pretende obtener unos productos determinados bajo circunstancias controladas pero se recurre a distintas aproximaciones para conseguirlo.
A partir del año 2003, el multimillonarioCraig Venter impulsó un proyecto para producir el primer organismo sintético. Se produjo el genoma de un microorganismo en el laboratorio y luego se implantó en células vacías de genes.
Después de 10 años de trabajo y de unos 30 millones de euros de inversión, se fabricó un «genoma mínimo», el más básico posible, y se introdujo eficazmente en unas células vacías de su propio genoma. Pero, al igual que en el estudio de las «células artificiales», la maquinaria celular se tomó prestada de otras células en lugar de ser artificial.
Desde mucho antes, más o menos desde mediados del siglo pasado, la biotecnología y la biología molecular han intentado modificar la vida para que trabaje para el ser humano: desde la creación de plantas transgénicas más resistentes a la sequía a las bacterias descontaminadoras de suelos o a los virus que se comportan como antitumorales.
Fuente: ABC