El equipo de investigación internacional descubre un posible nuevo objetivo farmacológico para detener las metástasis mortales responsables del 90 por ciento de las muertes por cáncer.
El equipo identifica que las células cancerosas se mueven más rápido cuando están rodeadas de fluidos más espesos, un cambio que ocurre cuando el drenaje linfático se ve comprometido por un tumor primario.
“Esta es realmente la primera vez que se analiza en detalle la viscosidad del líquido extracelular”, dice John D. Lewis, profesor y presidente de Bird Dogs en Oncología Traslacional en la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Alberta.
“Ahora que sabemos que la viscosidad del fluido indica a las células cancerosas que se muevan de una manera específica, podemos usar medicamentos para, básicamente, provocar un cortocircuito en esa vía de señalización y alentar a las células cancerosas a reducir la velocidad, o incluso a detenerse”.
El laboratorio de Lewis fue invitado a unirse al proyecto dirigido por investigadores de la Universidad Johns Hopkins, debido a su experiencia en la obtención de imágenes de células cancerosas humanas en movimiento en tiempo real utilizando la membrana corioalantoidea similar a la placenta de los huevos de gallina fertilizados.
“Es básicamente una membrana transparente altamente vascularizada en la que luego podemos colocar células cancerosas humanas”, explica Lewis, quien también es miembro del Instituto de Investigación del Cáncer del norte de Alberta.
“Debido a que es plano, podemos conectarlo con un microscopio y tomar imágenes de lapso de tiempo de células individuales a medida que migran, se mueven y responden a los cambios“.
“Yo diría que somos los líderes mundiales en este tipo de imágenes”, dice Lewis.
“Nuestra contribución al trabajo fue mostrar con mucha precisión que las células cancerosas cambian su expresión génica cuando encuentran una mayor viscosidad en el líquido circundante y se vuelven más agresivas.
E incluso cuando se vuelve a bajar la viscosidad, estas células se mantienen más agresivas.
“Luego pasamos a demostrar que cuando esta vía de señalización se perturba en las células cancerosas, cambia su capacidad para escapar del torrente sanguíneo y hacer metástasis“.
Advierte que una vez que se identifica un nuevo objetivo terapéutico, podría llevar de 10 a 15 años desarrollar y probar un fármaco.
“Pero esto nos está ayudando a desarrollar nuestra comprensión sobre cómo se mueven las células cancerosas y aumenta nuestras posibilidades de tener éxito con todo este enfoque”, explica.
Fuente: Nature