Aprender a tocar un instrumento musical y desarrollar y mantener esa habilidad de interpretar música moldean el cerebro de forma espectacular.
Una minoría de músicos, entre quienes figuran Mozart y Michael Jackson, también posee la asombrosa habilidad de identificar qué nota musical está sonando sin la ayuda de otra nota o notas que sirvan de referencia.
Es como tener el propio cerebro afinado como uno más de los instrumentos musicales de uso profesional.
Nunca ha estado claro cómo esta capacidad de identificar notas sin referencias se refleja en el cerebro.
Esta y otras cuestiones han sido examinadas en una nueva investigación, que, hasta donde saben sus autores, es la que ha contado con una mayor cantidad de sujetos de estudio de entre las de su tipo.
Simon Leipold, Carina Klein y Lutz Jäncke, todos de la Universidad de Zúrich en Suiza, compararon los cerebros de músicos profesionales, algunos con esa habilidad de identificar notas sin referencia y otros sin ella, con los de individuos que no son músicos.
Para sorpresa del equipo de investigación, no se detectaron grandes diferencias entre los cerebros de los músicos con esa habilidad de identificar notas y los cerebros de los músicos que carecen de ella.
Parece evidente que la huella de esa habilidad en el cerebro es sutil o se refleja de un modo insospechado que ha sido pasado por alto.
En cambio, los autores del estudio sí detectaron una diferencia notable en nivel de interconexión entre el cerebro de los músicos y el de quienes no lo son.
En comparación con los no músicos, ambos tipos de músicos (con y sin capacidad de identificar notas sin referencias) tenían una mayor conectividad funcional (la actividad sincronizada de las regiones cerebrales) en las regiones auditivas de ambos hemisferios cerebrales.
Los músicos examinados también tenían conexiones de materia blanca más fuertes que las de los no músicos entre las regiones auditivas y los lóbulos que intervienen en varios tipos de procesamiento de alto nivel.
La materia blanca es un tipo de tejido cerebral que está compuesto por haces de fibras nerviosas utilizadas por las neuronas para comunicarse por todo el cerebro.
Podríamos decir que la materia blanca es esencialmente el “cableado” interno del cerebro.
Los músicos que comenzaron su formación a una edad más temprana tenían en su cerebro conexiones estructurales más fuertes que las de los músicos con un comienzo más tardío.
Los resultados del estudio demuestran en definitiva lo mucho que la experiencia moldea el cerebro, sobre todo en las primeras etapas de la vida, y cómo las habilidades musicales se reflejan en nuestro cerebro.
El estudio, titulado “Musical Expertise Shapes Functional and Structural Brains Networks Independent of Absolute Pitch Ability”, se ha publicado en la revista académica Jneurosci, editada por la Society for Neuroscience (Sociedad de Neurociencia).
Fuente: Noticias de la Ciencia
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