Seamos realistas, todos nos hemos estado preguntando por qué tantos ricos, exitosos y poderosos engañan y mienten. ¿Es que solo la gente poco ética es la que llega a la cima? Al menos un estudio indica que este no es el caso, es que ganar en sí mismo hace que las personas se comporten de forma poco ética.
Los científicos de la Universidad Ben-Gurion y la Universidad Hebrea de Jerusalén hicieron que los participantes en un estudio psicológico participasen en una serie de juegos, el primero de los cuales determina un “ganador”, y el segundo de los cuales permite que el ganador decida la cantidad de dinero que podría adjudicarse a sí mismo.
Encontraron que los ganadores del concurso engañaban, y se adjudicaban más dinero del que merecían.
En todos los juegos participaban dos jugadores que se enfrentaban entre sí. En los primeros experimentos, los participantes jugaron simples juegos de memoria o de identificación.
Se les dijo si habían ganado o perdido, y en caso de ganar, se les dio un par de auriculares como premio.
Luego se les dio una nueva pareja y se les dijo que jugaran un nuevo juego. Cada jugador, en su turno, tiró un par de dados.
Cada juego tiene un total de ganancias posibles de doce siclos (moneda de Israel), y, dependiendo de lo que saliera, el jugador tendría una cierta cantidad.
Si salía un siete, el resultado más común, recibiría la mitad del dinero y su oponente obtendría la otra mitad. Si salía un ocho, recibiría más y su competidor obtendría menos.
Este juego tuvo una regla que un casino no aceptaría. Sólo el que lanza los dados podía ver lo que había salido. Todos tenían que aceptar sus afirmaciones de lo que salía, incluidos los científicos.
Afortunadamente, los científicos no necesitaban depender de lo que saliera en los dados, ya que en los juegos de dados las probabilidades están bien establecidas.
Aunque jugadores individuales puedan, por la suerte, lanzar puntuaciones inusualmente altas o inusualmente bajas, los lanzamientos agregados deberían haberse mantenido en torno a una puntuación de siete.
En el caso de los ganadores, no lo hicieron. Después de ganar una competición, los resultados reportados de los participantes promediaron 8,75.
De hecho, cuando sólo se pidió a los participantes que recordasen ganar una competición antes de jugar el juego, sus puntuaciones reportadas subieron a 8,89. En comparación, los resultados reportados por los perdedores fueron de 6.35 y 7.16, respectivamente.
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El comportamiento deshonesto no vino exclusivamente de ganar, se trataba de sentirse como un ganador. Cuando los científicos tuvieron parejas de personas participando en un sorteo para ganar un set de auriculares, los ganadores reportaron una puntuación en el juego posterior de dados cayendo hasta 6,0.
Es imposible saber con exactitud lo que estaba pasando en la mente de los ganadores por engaño. Las puntuaciones se mantuvieron en privado, por lo que los investigadores no fueron capaces de diferenciar entre las personas que tuvieron buenos lanzamientos y las personas que mintieron.
El equipo hizo un estudio rápido en el que se puso a prueba una teoría plausible. Se pidió a un grupo de personas recordar cuando ganaron una competencia o recordar un momento en el que lograron una meta personal, y luego tenían que llenar una encuesta diseñada para juzgar su sentido de merecimiento.
Recordar una victoria en una competición bombea su sentido de merecimiento más que recordar el logro de un objetivo a nivel personal, al menos sobre el papel.
Los investigadores llegaron a la conclusión que, mientras que otras explicaciones son posibles, es probable que ganar y un sentido de merecimiento van de la mano.
En cuanto a lo que esto significa para la sociedad “el status social se define en referencia a otros dentro de la sociedad y con frecuencia provoca comparaciones sociales”, escribieron los investigadores en la introducción a su artículo.
“Un factor importante que separa los miembros de las clases altas de los de las clases bajas es la medida en la que los individuos han ganado las competencias que se han encontrado en sus vidas (ganando, ya sea por sus propios méritos o debido a su clase social).”
La conclusión del estudio:
“Es difícil exagerar la importancia de la competencia en el avance del crecimiento económico, el progreso tecnológico, la creación de riqueza, la movilidad social y una mayor igualdad.
Al mismo tiempo, sin embargo, es vital reconocer el papel de la competencia en la obtención de una conducta censurable.
Una mayor tendencia hacia la no-ético por parte de los ganadores, como indican nuestros resultados, es probable que dificulte la movilidad social y la igualdad, lo que agrava las desigualdades en la sociedad en lugar de aliviarlas.”
Fuente: Gizmodo
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