Una impresora a tinta de uso común fue la tecnología con la cual Javier O. Morales, académico de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile, comenzó las pruebas experimentales de impresión de medicamentos en el 2013.
Luego de años de trabajo en el Laboratorio de Entrega de Fármacos (Drug Delivery Lab) de esta unidad académica, la idea permitió la elaboración de pequeñas láminas delgadas y flexibles para la administración bucal de fármacos.
El también director del Centro de Nuevos Fármacos para la Hipertensión (CENDHY) indica que hoy este sistema se encuentra patentado y en etapas avanzadas de validación en ensayos con cerdos.
Resultados favorables en este modelo permitirían continuar con pruebas en humanos.
“Esencialmente esto es una impresora como las que tenemos en nuestros escritorios, que adaptamos para que en vez de tinta contenga el medicamento que queremos disponer”, explica el investigador.
Actualmente, señala, se encuentran levantando el financiamiento para acceder a una impresora intermedia más sofisticada que permita un mayor control de los componentes utilizados.
Este es el modelo que a través de Prime Technologies, empresa spin off de la U. de Chile, buscan escalar para una producción industrial de medicinas impresas en pequeñas láminas poliméricas flexibles de 2×2 centímetros, similares a una mica.
El inventor de esta innovación detalla que estas láminas se colocan en la cara interior de nuestras mejillas, dentro de la boca, para la absorción directa del fármaco en la sangre.
“La idea es que sea lo suficientemente delgada y cómoda para que el paciente no la sienta como una barrera a las cosas que hace normalmente, como comer, hablar o tomar líquido“, comenta Javier O. Morales, quien destaca además que esta es una tecnología de plataforma, que podría ser utilizada con cualquier fármaco para atacar distintas enfermedades.
El sistema, detalla, ofrece un camino de absorción veloz, mucho más rápido que la vía oral, en la que el medicamento pasa a la sangre desde el intestino, y consigue efectos similares a los obtenidos mediante inyecciones.
De esta forma, la tecnología ofrecería una alternativa de reemplazo a estas, sobre todo en casos de enfermedades crónicas que requieren de tratamiento inyectable permanente.
Un buen ejemplo es la diabetes, patología en la que los pacientes requieren la administración regular de insulina.
“Las inyecciones son una forma muy eficiente de administrar medicamentos.
En el uso crónico, eso sí, puede ser problemático para los pacientes porque empieza a generar lesiones o irritación en los sitios de administración.
Para las personas que se tienen que pinchar una vez al año por una terapia diría que casi no es una barrera.
Es en el tratamiento crónico donde este tipo de tecnología puede ser realmente importante”, sostiene el investigador.
El investigador indica que este problema con los fármacos inyectables será cada vez más recurrente a futuro, por lo que es una necesidad generar alternativas.
“El objetivo es básicamente reemplazar la necesidad de inyectar a través de un sistema que sea una opción amigable para el paciente, con la esperanza de mejorar su adherencia a los tratamientos.
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Este tipo de tecnologías a futuro podrían jugar un rol clave en la medicina personalizada del futuro, concepto que ya se observa de manera más concreta en el espacio clínico.
“Cada uno de nosotros en realidad presenta necesidades terapéuticas distintas.
En la terapia farmacológica de hoy uno no puede hacer un fraccionamiento de forma tan sencilla, y estas técnicas de fabricación aditiva nos permiten hacer eso con facilidad.
Por eso, a futuro la idea es que tecnologías como estas estén en las farmacias o en los hospitales, y que podamos producir medicamentos en las dosis específicas que necesita cada paciente”, señala Javier O. Morales.
Comenta que estas impresoras podrían estar incluso en nuestros hogares.
“Es un salto lógico. Por supuesto que tiene muchas barreras regulatorias y de desarrollo, porque significaría que cada paciente tendría autonomía de hacer sus propios medicamentos, pero tecnológicamente es un salto muy pequeño, así que es algo a lo que podríamos llegar en el futuro“.
Ante esto, un paso intermedio “es que el control esté en las farmacias y hospitales.
Pero una vez que la tecnología esté en esa etapa de implementación, el paso siguiente es que pueda estar en casas.
Podría, por ejemplo, colocarse distintos colorantes a cada cartucho de medicamento para distinguirlos”.
La tecnología ya está patentada en Chile y está en proceso de solicitud de patente en Estados Unidos y Europa.
En términos de desarrollo, cuentan con múltiples resultados in vitro y ex vivo, además de algunos estudios en modelos animales.
Este año concluirán también pruebas en cerdos realizadas en Estados Unidos, estudio cuyos resultados permitirán dar un avance importante al proyecto.
“Es un mejor modelo para representar el proceso de absorción, ya que nuestras mejillas son similares a las de estos animales”, explica.
“Ahora que estamos en etapas más avanzadas, y que tenemos como horizonte no tan lejano empezar a administrar fármacos en pacientes o en volúmenes más grandes de animales, es que empezamos a mirar impresoras escalables industrialmente”, adelanta el investigador.
La idea de Prime Technologies a futuro, plantea, es seguir un modelo de producción industrial, para que cada paciente tenga diferentes láminas con distintas potencias para su tratamiento.
“En términos de escalabilidad y de viabilidad es muy posible.
Hay compañías que se dedican a fabricar estas láminas ya, y solo tendrían que introducir en su línea productiva una de estas impresoras”.
Fuente: Noticias de la Ciencia