¿Quién no ha deseado alguna vez tener un detector de sarcasmo? O, como mínimo, un cartelito que indique que lo que están diciendo es sarcástico.
Al hablar sobre este tema, a todos los fans de The Big Bang Theory nos viene a la mente uno de sus personajes más emblemáticos: Sheldon Cooper.
A él posiblemente le hubiese parecido genial el algoritmo que acaba de presentar un equipo de científicos de la Universidad de Groningen en la Reunión Anual de la Sociedad Acústica de América.
En realidad, no es el primer detector de sarcasmo de la historia. Desde que se puso en marcha la inteligencia artificial, se han desarrollado muchos algoritmos capaces de detectar cuando alguien dice algo de forma sarcástica. Pero, lamentablemente, suelen dar bastantes fallos.
Los autores de la investigación que se acaba de presentar creen que esto se debe a que eran algoritmos que solo se basaban en un parámetro.
Ellos, en cambio, han desarrollado un algoritmo de inteligencia artificial multimodal, que es capaz tanto de detectar sentimientos en el discurso como emociones en la forma de hablar.
Todo ello, combinado, arroja una respuesta sobre la posible presencia de sarcasmo.
Más allá de avisar a nuestros amigos de que eso que hemos dicho no iba en serio, un detector de sarcasmo puede tener aplicaciones muy útiles.
Por ejemplo, los que se han desarrollado en el pasado tenían principalmente el objetivo de ayudar a los asistentes virtuales a comprender mejor la intencionalidad de las peticiones de los usuarios.
También serían útiles para las herramientas de análisis de contenido. Ya no hace falta una persona que visualice un video para decidir, por ejemplo, a qué público debe ir dirigido. Puede hacerlo una máquina.
Pero para ello es importante que también sea capaz de detectar si hay contenido sarcástico.
Para el desarrollo de su detector de sarcasmo, estos científicos comenzaron por tomar varios discursos grabados, de los que se extrajeron parámetros acústicos, como la velocidad, el tono o la energía del habla.
Después, se usaron algoritmos de transcripción, capaces de pasar a texto el mensaje grabado.
De ese modo, se señalaron en el discurso las expresiones relacionadas con sentimientos y, además, se colocaron emoticonos correspondientes a las emociones asociadas a los parámetros de la voz.
Esto, lógicamente, se hizo primero con discursos de intencionalidad conocida, de manera que se pudiera entrenar al algoritmo de aprendizaje automático.
Una vez finalizado el entrenamiento, el algoritmo era capaz de realizar todos esos pasos: transcribir el discurso, detectar expresiones en las palabras y analizar los sentimientos impresos en la voz.
El conjunto de todo esto se traducía en la presencia o ausencia de sarcasmo.
Puesto que es capaz de analizar tanto los sentimientos como las emociones, se cree que podría tener algunas aplicaciones extra.
Por ejemplo, podría utilizarse en telemedicina para comprender mejor los mensajes de los pacientes y la emoción impresa en su voz.
Y también en márketing para comprender a fondo los mensajes sobre productos que los usuarios publican en la red.
Sin duda, el detector de sarcasmo es mucho más que la máquina que le habría facilitado la vida a Sheldon Cooper. Es una máquina que, quizás, todos acabemos usando en un futuro.
Fuente: EurekAlert