Si queremos ir al planeta rojo, necesitamos una fuente fiable y manejable de energía.
El proyecto Kilopower, financiado por la STMD y coordinado por la NASA, está tratando de crear reactores nucleares tan simples y económicos que nos abran la puerta a la primera ola de exploración del espacio profundo.
Porque no, ni las baterías, ni los paneles solares, ni las células de combustible son suficientes.
Somos animales sedientos de energía y, para tomarnos en serio esto de viajar al espacio, necesitamos mucha, pero mucha energía.
Es decir, necesitamos un rector nuclear y esto lo sabemos desde mucho antes de 1965, cuando Estados Unidos colocó el SNAP-10A en órbita.
Es decir, cuando puso un reactor nuclear justo encima de nuestras cabezas.
Fue una “gran” época para la exploración espacial nuclear.
Se lanzaron una cuarentena de esos bichos, hasta que, en 1978, el Cosmos 954 entró en la atmósfera de improviso y llenó grandes extensiones de Canadá con sus desechos radioactivos.
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En lo sustancial, ahí se acabó el juego de poner plutonio 238 a dar vueltas alrededor de la Tierra.
Ahora, a medida que las misiones espaciales se hacen más ambiciosas, la necesidad de reactores nucleares espaciales crece.
Y, ahí es donde el modelo de Kilopower, se vuelve irresistiblemente atractivo.
Con un núcleo de uranio 235 de 15 centímetros de diámetro, produce energía suficiente para sostener a dos hogares estadounidenses promedio y tiene una vida útil de una década sin necesidad de más combustible.
Y, además, es modular. Es decir, se pueden conectar para generar toda la energía que sea necesaria. Simple, seguro y confiable.
Ahora mismo nos encontramos ante la última prueba antes de arrancar los tests en el espacio: 28 horas a potencia total son lo que nos separan de la siguiente fase de la exploración espacial.
Fuente: Xataca