La ciudad de Tianjin, al norte de China, ha logrado casi, casi un imposible: crear colas a la entrada de una biblioteca.
Y lo ha hecho además en tiempo récord.
Tras completar un cronograma de obras delirante, que le permitió tener la infraestructura rematada en solo tres años, en octubre de 2017 la localidad estrenó la Biblioteca Tianjin Binhai, hoy considerado el centro de lectura más hermoso de todo el país y un punto de visita obligada para los amantes de la buena arquitectura.
Tan atractivo es que en muy poco tiempo el edificio se ha convertido en uno de los sitios turísticos de Tianjin.
Su diseño, obra del estudio holandés MVRDV y los técnicos locales de TUPDI, emula un enorme ojo en tres dimensiones, con iris incluido.
Al margen de su nombre oficial, con los años el edificio se ha ganado el apodo de “el ojo de Binhai”.
El inmueble tiene cinco plantas, una superficie de alrededor de 33.700 metros cuadrados (m2) y capacidad para aproximadamente 1,2 millones de libros.
Su gran atractivo no está sin embargo en las cifras, sino en el diseño: en el centro de la planta principal acoge una esfera luminosa que actúa como auditorio de 21 metros de diámetro.
A su alrededor, como ondas que se extienden hacia la parte superior de la cúpula, se distribuyen las baldas con libros, escaleras y bancos.
Cada uno de los cinco niveles está pensado para un uso bien definido.
En el inferior, soterrado, se distribuye el espacio de almacenamiento y servicios.
Entre la planta baja y la tercera en superficie se reparten las zonas de lectura y las dos últimas se dedican a salas de reuniones, oficinas, informática y música.
El “ojo de Binhai” incorpora dos terrazas con vistas.
El inmueble destaca en un nuevo polo cultura que incluye otros edificios trazados por arquitectos internacionales.
“El interior de la biblioteca es casi una cueva, una estantería continua.
Al no poder tocar el volumen del edificio, ‘hicimos rodar’ el auditorio en forma de bola que exigía el pliego de condiciones hacia el interior del edificio y este le hizo hueco, como un ‘abrazo’”, comparte el cofundador de MVRDV, Winy Maas:
“Las estanterías son grandes espacios para sentarse y permiten el acceso a las plantas superiores.
Los ángulos y las curvas están pensados para estimular diferentes usos”.
Además de su gran esfera central y el ojo que compone, un efecto, explica Maas, con el que se busca que el lector “vea y sea visto”, uno de los detalles que más llama la atención del edificio son sus mareas de baldas, con libros que se extienden hacia lo alto de la cúpula igual que olas.
¿Cómo se llega a ellos? Al menos de momento, reconoce MVRDV, con una pequeña “trampa“.
La propuesta original del estudio holandés pasaba por acceder a las estanterías superiores desde habitaciones situadas detrás del atrio.
El ritmo acelerado de las obras y la necesidad de cumplir con el exigente cronograma de solo tres años llevó a las autoridades sin embargo a prescindir de esa fórmula, con lo que a día de hoy los niveles más altos son inaccesibles.
“La visión completa de la biblioteca puede realizarse en el futuro, pero hasta entonces se imprimieron placas de aluminio perforadas para representar los libros en los estantes superiores”, comenta.
Esa pequeña “truco” no le resta atractivo a una biblioteca que, vista desde fuera, recuerda casi a una enorme nave luminosa.
Las cifras lo demuestran.
En 2017 la CNN detallaba que durante su primera semana recibió 10.000 visitantes diarios y en jornadas puntuales llegó a alcanzar los 18.000.
Fuente: MVRDV