Aunque las plantas pueden servir como fuente de alimento, oxígeno y hasta de decoración, no se las suele considerar una buena fuente de electricidad.
Sin embargo, al recoger los electrones transportados de forma natural dentro de las células vegetales, es factible generar electricidad como parte de una célula solar.
Ahora, unos científicos no solo han llevado a cabo esto sino que, de hecho, han convertido una planta en una célula solar viviente que emplea la fotosíntesis para generar electricidad.
En todas las células vivas, desde bacterias y hongos hasta plantas y animales, los electrones se mueven como parte de procesos bioquímicos naturales.
Colocando electrodos, las células pueden generar electricidad para su uso externo.
En investigaciones previas, diversos equipos de científicos lograron crear células (celdas) de combustible basándose en eso y empleando bacterias.
El principal inconveniente es que los microbios requieren ser nutridos constantemente.
El nuevo enfoque de diseño de Yaniv Shlosberg, Gadi Schuster y Noam Adir, todos del Instituto Tecnológico de Israel (Technion), se ha basado en recurrir a los vegetales en vez de a los microbios, en un sistema que genera corriente eléctrica mediante la fotosíntesis.
Durante este proceso, la luz impulsa un flujo de electrones procedentes del agua que, en última instancia, da lugar a la generación de oxígeno y azúcar.
Esto significa que las células fotosintéticas vivas producen constantemente un flujo de electrones que se puede extraer como “fotocorriente” y utilizar para alimentar un circuito externo, igual que una célula solar.
Ciertas plantas tienen cutículas gruesas para mantener el agua y los nutrientes dentro de sus hojas.
Shlosberg, Schuster y Adir se plantearon si la fotosíntesis en plantas de esa clase podría crear energía eléctrica utilizando su agua y sus nutrientes internos como solución electrolítica de una célula electroquímica.
Los investigadores crearon una célula solar viviente utilizando una planta de la especie Corpuscularia lehmannii.
Insertaron un ánodo de hierro y un cátodo de platino en una de las hojas de la planta y comprobaron que su voltaje era de 0,28 voltios.
Cuando esta singular célula solar se conectaba a un circuito, producía hasta 20 µA/cm2 de densidad de fotocorriente mientras estuviera expuesta a la luz y podía seguir produciendo corriente durante más de un día.
Aunque estas cifras son inferiores a las de una pila alcalina tradicional, corresponden a una sola hoja.
Estudios anteriores sobre dispositivos orgánicos similares sugieren que conectar varias hojas en serie podría aumentar el voltaje.