Mediante Inteligencia Artificial se puede «leer» un recuerdo asociado al miedo y cambiarlo por otro placentero.
Miedo a estar en lugares donde es difícil escapar (en una multitud, un puente, un ascensor, lugares elevados), a la sangre, inyecciones u otros procedimientos médicos, a determinados animales (perros, serpientes, insectos o arañas), espacios cerrados, viajar en avión, o incluso a los relámpagos.
El abanico de fobias que afectan a una parte importante de la población es variado y a la vez está muy generalizado.
Casi una de cada diez personas se pone extremadamente nerviosa ante estas situaciones, hasta el punto de que pueden llegar a limitar su vida diaria.
Desde la Psicología, la receta para superarlas consiste en exponerse a la situación que tanto asusta para comprobar que en realidad no es para tanto.
Con ello el cerebro reajusta su escala de temores, y con suerte y aplicación por parte de quien padece la fobia, ésta dejará de serlo.
Pero para algunas personas subirse en un avión, permanecer en un ascensor o un lugar elevado o acercarse a una araña pueden ser pruebas demasiado duras.
Hasta el punto de que algunas personas abandonan la terapia antes de deshacerse de su miedo.
Una opción es enfrentarse a sus miedos en la imaginación.
Es decir, pensando en la escena temida con todo lujo de detalles, de forma que despierte las mismas reacciones de miedo: taquicardia, sudoración, ganas de salir corriendo… Pero una imaginación tan rica no está al alcance de todas las personas con fobia.
Investigadores de la Universidad de Cambridge, Japón y EE.UU han descubierto una manera de eliminar inconscientemente, y sin esfuerzo, un recuerdo de miedo del cerebro utilizando una combinación de inteligencia artificial y técnicas de escáner cerebral.
Su trabajo, publicado en el primer número de “Nature Human Behaviour”, podría dar lugar a una nueva forma de tratar a los pacientes con condiciones tales como el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y las fobias.
Esto ya lo había logrado en ratones en Nobel Susumu Tonegawa en 2014, aunque mediante optogenética, una técnica más invasiva y con luz láser pudo cambiar la sensación de miedo asociada a un suceso por otra placentera en roedores.
Y no necesitaron más que un “click”, el necesario para encender una luz láser.
En un paso más, ahora este equipo internacional liderado desde Japón ha desarrollado un método para “leer” e identificar un recuerdo asociado al miedo en humanos utilizando una nueva técnica llamada ‘Neurofeedback Decodificado’, que no es invasiva.
Para ello se monitorea la actividad en el cerebro y se identifican patrones complejos de la actividad que se asemejan a una memoria específica del miedo.
En el experimento, primero se “fabricó” un recuerdo de una situación que provoca miedo en 17 voluntarios sanos mediante la administración de una breve descarga eléctrica cuando vieron una imagen de computador determinada, en concreto una rejilla de color amarilla o roja.
Después los investigadores, en lugar de exponer a los voluntarios a la rejilla que les asustaba porque va asociada a un calambre, buscaron el patrón cerebral de ese recuerdo, y lo cambiaron por otro agradable al dar sus sujetos experimentales una recompensa, en lugar de un calambre.
“La forma en que la información está representada en el cerebro es muy complicada, pero el uso de la inteligencia artificial (AI) de reconocimiento de imagen nos permite identificar aspectos del contenido de dicha información.
Cuando se indujo la memoria del miedo leve en el cerebro, fuimos capaces de desarrollar un método rápido y preciso de la lectura mediante el uso de algoritmos de IA.
Entonces, el desafío era encontrar una manera de reducir o eliminar la memoria del miedo, sin exponer al sujeto a sus temores de forma conscientemente”, aclara Ben Seymour, del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Cambridge, uno de los autores en el estudio.
“Nos dimos cuenta de que, incluso cuando los voluntarios estaban simplemente descansando, pudimos ver durante breves momentos que el patrón de actividad cerebral fluctuante tenía características parciales de la memoria del miedo específico que les habíamos inducido, a pesar de que los voluntarios no eran conscientes de ello.
Como podíamos descifrar estos patrones cerebrales de forma rápida, decidimos darles una recompensa, en forma de una pequeña cantidad de dinero, cada vez que detectamos ese patrón de miedo en sus cerebros”.
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A los voluntarios se les dijo que la recompensa monetaria que ganaban dependía de su actividad cerebral, pero no sabían exactamente de qué manera.
Mediante la conexión entre los distintos patrones sutiles de actividad cerebral vinculada a la descarga eléctrica con una pequeña recompensa, los científicos esperaban anular poco a poco e inconscientemente la memoria del miedo anteriormente adquirida.
Ai Koizumi, del Instituto de Investigación Avanzada en Telecomunicaciones, de Kyoto, que dirigió la investigación, explica que “las características de la memoria que se había creado previamente para predecir el calambre, ahora estaba siendo re-programada para predecir algo positivo en su lugar.”
Posteriormente, el equipo probó que sucedía cuando presentaron a los voluntarios las imágenes previamente asociadas con los choques.
“Sorprendentemente, ya no podíamos ver la respuesta galvánica de sudoración típica del miedo.
Tampoco podríamos identificar una mayor actividad en la amígdala, que es el centro del miedo del cerebro.
Esto significaba que habíamos sido capaces de reducir el miedo sin que los voluntarios experimentan de forma consciente el temor”, aclara Koizumi.
Aunque el tamaño de la muestra en este estudio inicial era relativamente pequeño, el equipo espera que la técnica pueda convertirse en un tratamiento clínico para los pacientes con trastorno de estrés postraumático o fobias. Aunque todavía este objetivo está lejos.
“Sin embargo, para lograr este objetivo, es necesario salvar varios obstáculos técnicos”, admiten los investigadores.
Uno de ellos el de la validez ecológica, es decir, el grado en que los comportamientos observados y registrados en una investigación reflejan aquello que realmente acontece en los escenarios naturales.
O dicho de otra forma, el grado en que los resultados pueden generalizarse al mundo real, donde no se trata de rejillas de colores, sino de situaciones que atemorizan, con multitud de detalles (colores, iluminación, olores, emociones…).
“Habría que desarrollar procedimientos para decodificar imágenes ricas en detalles de la vida real”, detallan.
Además, habría que hacerlo sin que esos detalles se presentaran de forma consciente a los pacientes.
“Esto se puede lograr con decodificadores con una presentación subliminal, o adaptándolos de la actividad cerebral de otros individuos.
A pesar de estos desafíos, la resultados esperados representan un primer paso hacia un potencial nuevo abordaje para el tratamiento de las fobias”
“Para aplicar esto a los pacientes, necesitamos construir una biblioteca con los códigos de información del cerebro de las diversas cosas a las que la gente pueda tener un miedo patológico, por ejemplo, las arañas”, señala Seymour.
“Entonces, en principio, los pacientes podrían tener sesiones regulares de descifrado de Neurofeedback para eliminar gradualmente la respuesta de miedo que estos recuerdos desencadenan”.
Tal tratamiento podría tener importantes ventajas con respecto a los enfoques basados en los medicamentos tradicionales y sus efectos secundarios.
Los pacientes también podrían evitar el estrés asociado con las terapias de exposición.
Su enfoque podría resultar más fácil cuando se trata de fobias concretas.
Pero más complicado en el caso de Trastornos de Estrés Postraumático (víctimas de terrorismo, agresiones sexuales, maltrato infantil), ya que en ellos intervienen multitud de factores que pueden recordar la escena temida y que en ocasiones forman parte de un condicionamiento encubierto difícil de detectar.
Fuente: ABC