Gracias a los sistemas biohíbridos, ambas especies influyeron el comportamiento de la otra aún estando a kilómetros de distancia.
Hay quien piensa que todo está conectado.
La ciencia sueña con descifrar el lenguaje del resto de seres vivos para llegar a comunicarnos con ellos algún día.
¿Se imaginan poder tener un intercambio de impresiones sobre el estado del mar con una ballena a kilómetros de distancia?
¿O que una planta nos dijera exactamente cuánta sed tiene, y así evitar ahogarla?
La verdad es que cada vez estamos más lejos de la ciencia ficción y que seguramente, en un futuro próximo, este ejercicio de imaginación se convierta en realidad.
Al menos, esto es en lo que ha trabajado un equipo de investigación pluridisciplinar que ha conseguido que un grupo de abejas y peces cebra se comuniquen.
Y lo más impresionante: ¡estando en ciudades distintas!
Hasta ahora, la ciencia ha estudiado el comportamiento colectivo en diversos tipos de animales gregarios, es decir, especies que van en grupo.
Sus movimientos, perfectamente sincronizados, surgen de la sinergia entre individuos, creando una especie de inteligencia colectiva.
Para entenderlo mejor, recientemente se han desarrollado unos robots, llamados biohíbridos, que posibilitan las relaciones de cooperación entre sistemas artificiales y los animales.
Aunque no existen robots que puedan entender a más de una especie al mismo tiempo, el equipo de investigación en cuestión conectó a dos sistemas distintos entre sí, permitiendo que los himenópteros y los peces interactuaran.
Con su movimiento, los robots de las abejas controlaban las señales que recibían los peces y viceversa.
Como se puede ver en el video de arriba, ambas especies se transfirieron información interespecífica, que afectó a los dos grupos de animales, aún estando muy alejados y en medios distintos, unos en agua y los otros en seco.
Aunque los peces cebra suelen nadar en grupo, no nadan siempre todos en una misma dirección y con frecuencia invierten el curso.
Sin embargo, cuando el robot pez estaba recibiendo información de los robots abeja, los peces llegaban a un consenso y nadan todos juntos durante varios minutos.
Al mismo tiempo, los patrones de natación indecisos de los peces influyeron también en el comportamiento de las abejas.
Cuando el robot pez compartía información con la colonia de abejas, estas se movían hacia adelante y hacia atrás entre los dos robots.
Si la comunicación era bidireccional, las abejas tardaban unos cinco minutos en asentarse alrededor de uno de los dos robots, algo que llevaba a los peces a nadar en una misma dirección.
Aunque no participó en el estudio, en una entrevista para The Scientist, Simon Garnier, biólogo de sistemas complejos del Instituto de Tecnología de Nueva Jersey, dice que “es la primera vez que la gente usa este tipo de tecnología para que dos especies diferentes se comuniquen entre sí.
Es una prueba de concepto que puede hacer que los robots medien en las interacciones entre grupos distantes.
Sin embargo, aún quedan por ver las aplicaciones específicas de tal configuración”.
En definitiva, esta podría ser una de las primeras comunicaciones entre especies distintas mediante el uso de la tecnología.
Fuente: Science Robotics
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