Los niveles de la proteína TIMP-1 tanto en tejidos como en la sangre han sido asociados repetidamente a un mal pronóstico en diferentes cánceres humanos, pero su función en el proceso tumoral era, hasta ahora, un misterio. Un estudio lo ha aclarado ahora.
El estudio lo ha liderado Jordi Alcaraz, profesor de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Barcelona (UB) e investigador del Instituto de Bioingeniería de Cataluña (IBEC).
«En las últimas décadas, la investigación en cáncer se ha dirigido a tener tratamientos cada vez más específicos para cada tipo de tumor y paciente, mejorando la prognosis de los pacientes.
En esta línea, este trabajo es relevante porque identifica una diana terapéutica para aquellos pacientes con cáncer de pulmón de célula no pequeña del subtipo adenocarcinoma, que es el tipo de cáncer de pulmón más frecuente», explica Paula Duch, investigadora de la UB y primera autora del estudio.
TIMP-1 es una proteína secretada de forma anómala por los fibroblastos, un tipo de células no malignas que acompañan a las células cancerosas y que son el principal componente de lo que se llama microambiente tumoral.
Para entender la función de TIMP-1 en este proceso, los investigadores han utilizado una importante colección de fibroblastos derivados de pacientes con cáncer de pulmón del Hospital Clínic.
En concreto, realizaron ensayos con cultivos celulares in vitro y con ratones (in vivo) centrados en el cáncer de pulmón de células no pequeñas, que representa hasta el 85% de los cánceres de pulmón y que se subdivide en dos subtipos: el adenocarcinoma y el carcinoma de células escamosas.
Los resultados demostraron, en primer lugar, que los elevados niveles de TIMP-1 en cáncer de pulmón se deben a que los fibroblastos secretan «niveles patológicos» de esta proteína.
Después, también detectaron que la TIMP-1 proveniente de los fibroblastos causa un aumento de la proliferación e invasión tumoral cuando interactúa con el receptor CD63 de las células cancerosas.
Y, finalmente, comprobaron que «este eje protumoral formado por la interacción entre la TIMP-1 y el CD63 se da solo en el subtipo de adenocarcinoma y no en el carcinoma de células escamosas», subraya Jordi Alcaraz, también investigador del CIBERES.
Estos resultados pueden facilitar el desarrollo de nuevas terapias dirigidas contra esta interacción patológica.
«El hecho de saber que los pacientes con adenocarcinoma tienen unos fibroblastos hiperactivos que secretan la TIMP-1 de manera excesiva nos permite plantear el uso de las terapias que impidan su secreción», explica Paula Duch.
En este sentido, el estudio, además de poner de manifiesto que los fibroblastos tienen un papel muy importante en la progresión de los tumores, abre también una vía para «atacar este eje protumoral» mediante fármacos antifibróticos, desarrollados para inhibir las funciones patológicas de estas células.
«La idea sería investigar, por un lado, si los fármacos antifibróticos son capaces de inhibir la secreción anómala de la TIMP-1 y, por otro, si esta inhibición reduce la progresión de los tumores de adenocarcinoma», destaca la investigadora.
«A largo plazo, añade, si esta aproximación funcionara, podría plantearse el uso de estos fármacos antifibróticos combinado con terapias anticáncer, como la inmunoterapia, que atacaran otros aspectos del tumor».
Estos resultados podrían trasladarse a otros cánceres, ya que la proteína TIMP-1 también está extensamente descrita como biomarcador de mala prognosis en muchos tipos de tumores sólidos.
«Por tanto, en otros tumores altamente fibróticos con niveles elevados de TIMP-1 y de su receptor, el CD63, es probable que ese eje tenga también un papel protumoral importante», concluye Paula Duch.
Fuente: Matrix Biology