Tanto si se envía un robot a desactivar una bomba, como si se le pide que sujete delicadamente un huevo para luego romperlo del modo preciso a fin de hacernos una tortilla, es importante que sea capaz de sentir si un determinado objeto va a escapar de su sistema de sujeción, evitando además presionarlo excesivamente.
Las habilidades manuales de los robots son cada vez más notables, pero pese a ello hasta la fecha ha sido difícil o imposible para la mayoría de los robots y manos protésicas robotizadas para personas percibir de forma precisa las vibraciones y otros efectos que se producen, por ejemplo, cuando un dedo se desliza a lo largo de una mesa o cuando un objeto que estaba sujetado por la mano empieza a deslizarse en el inicio de su caída.
Ahora, unos ingenieros de la Universidad de Washington en Seattle, y de la de California en Los Ángeles (UCLA), ambas en Estados Unidos, han desarrollado una “piel” flexible sensorial que se puede colocar encima de cualquier parte del cuerpo de un robot o prótesis a fin de transmitir información con gran precisión sobre las fuerzas que son esenciales para agarrar y manipular objetos con éxito.
La piel sensorial robótica, inspirada en la biología, es obra del equipo de Jonathan Posner, profesor de ingeniería mecánica e ingeniería química en la Universidad de Washington, y Veronica Santos, profesora de ingeniería mecánica y aeroespacial en la UCLA.
Dicha piel sensorial imita la forma en que un dedo humano experimenta tensión y compresión a medida que se desliza a lo largo de una superficie o distingue entre texturas diferentes.
Mide esta información táctil con precisión y sensibilidad similares a las de la piel humana, y podría mejorar enormemente la capacidad de los robots para efectuar procedimientos de todo tipo, desde quirúrgicos a industriales, incluyendo la limpieza de una cocina.
Tal como Posner argumenta, si se desea darle a un robot una seguridad y autonomía máximas, es vital que cuando, por ejemplo, intente desactivar una bomba, pueda saber si su mano se está deslizando a lo largo de un cable o si, por el contrario, está tirando de él.
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Estas habilidades de percepción se beneficiarían muchísimo de una buena capacidad de notar las fuerzas descritas, lo cual ninguna otra piel sensorial ha podido hacer bien.
Algunos robots utilizan hoy en día dedos completamente instrumentados, pero esa sensación de “tacto” se halla limitada a ese apéndice y no es viable cambiar su forma o tamaño para permitirle realizar tareas diferentes.
La alternativa a la estrategia tradicional es envolver un apéndice robótico en una piel sensorial, lo cual permite una mayor flexibilidad de diseño.
Pero tales pieles no han proporcionado aún información táctil completa.
Mediante la imitación de la fisiología humana en una piel electrónica flexible, el equipo de Posner y Santos ha alcanzado un nivel de sensibilidad y precisión que es ya comparable al de las manos humanas, lo cual constituye un avance importante.
Fuente: Noticias de la Ciencia