Los amiloides-beta son las moléculas clave que forman las temidas “placas”, unas estructuras que aparecen en las neuronas y que están relacionadas con el Alzheimer.
El nuevo test, desarrollado por un equipo europeo de investigación, es capaz de detectar biomarcadores relacionados con el pliegue proteico incorrecto de los amiloides-beta.
El test utiliza sensores inmuno-infrarrojos para encontrar los biomarcadores que señalan la presencia de estos amiloides-beta.
Compararon esta metodología con herramientas alternativas para la detección de otros biomarcadores, en particular el llamado P-tau181 (la proteína Tau está relacionada con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson), y la presencia de la proteína fibrilar glial (GFAP).
Los investigadores no solo descubrieron que los biomarcadores de amiloides-beta eran eficaces para anticipar la aparición de la enfermedad, sino que los resultados eran aún más precisos a través de la combinación de esta medida con la presencia de GFAP.
“Sorprendentemente, encontramos que la concentración de [la proteína GFAP] puede indicar la enfermedad hasta 17 años antes de la fase clínica, aunque lo haga con menor precisión que el sensor inmuno-infrarrojo” explicaba en la nota de prensa Klaus Gerwert, uno de los autores que encabezaron estudio.
Los investigadores recurrieron los datos de un estudio realizado a más de trescientas personas a lo largo de 17 años.
Analizaron muestras de sangre de los participantes tomadas en la primera etapa del estudio.
Con su análisis lograron identificar a los individuos que en la segunda etapa del estudio habían desarrollado el mal de Alzheimer.
La detección precoz es de inmensa importancia en medicina y puede que el Alzheimer no sea una excepción.
Hoy por hoy esta enfermedad no tiene cura ni una forma totalmente eficaz de prevenirla.
El diagnóstico de esta enfermedad también es difícil puesto que no es fácil acceder al lugar donde aparece, el cerebro.
Depende por ello de evaluaciones psiquiátricas y de pruebas para descartar otras posibles causas de sus síntomas.
Los desarrolladores de este nuevo test trabajan ahora en prepararlo para su comercialización, con el fin de ofrecer una vía de parar la enfermedad “en la fase sin síntomas, antes de que el daño irreversible ocurra”, explica Gewert.
Aún queda trabajo por delante para saber si lograrán sus objetivos.
El test podría ayudar a solucionar uno de los problemas más recalcitrantes a los que se enfrentan los investigadores.
Gewert explica que, por lo que se ha visto hasta ahora, eliminar las placas que causan el Alzheimer no basta para revertir sus efectos puesto que el daño que causan es irreversible.
Un ejemplo casi paradigmático es el de Aduhelm, una medicación contra el Alzheimer que apareció tan solo hace un año.
El tratamiento no fue aprobado por la Agencia Europea del medicamento (sí por la FDA estadounidense), puesto que aunque era capaz de eliminar las placas de las neuronas esto no se traducía en una mejora real en los síntomas de la enfermedad.
Este desastre clínico tuvo importantes consecuencias sobre la empresa que desarrolló el medicamento, que dejó de producirse.
Por si esto fuera poco, la lucha contra esta enfermedad se vio recientemente envuelta en una polémica que ha hecho temblar sus cimientos.
Algunas de las investigaciones claves realizadas en éstas últimas décadas han sido puestas en cuestión recientemente.
Aún no se sabe el alcance de los problemas hallados ni mucho menos las consecuencias de esta necesaria revisión.
En cualquier caso, fracasos como el de Aduhelm pueden ser un argumento en favor de una revisión en profundidad de lo que sabemos de esta enfermedad neurodegenerativa.