Un diseño de código abierto creado en la Universidad de Bath en el Reino Unido otorga a laboratorios, escuelas y hasta hogares la posibilidad de fabricar, esencialmente mediante impresión 3D, sus propios microscopios de alta precisión.
Gracias a esta iniciativa, por primera vez, cualquier laboratorio de cualquier rincón del mundo podrá disponer de microscopios de precisión para analizar muestras y detectar enfermedades, gracias a poder fabricarlos por su cuenta, con ayuda de la impresión 3D y a muy bajo costo.
Este modelo de microscopio, OpenFlexure, es un instrumento totalmente automatizado, con un nivel de sofisticación propio de los instrumentos de laboratorio profesional.
Cuenta con control del enfoque y posicionamiento motorizado de la muestra.
Es único entre los microscopios impresos en 3D por su capacidad de producir imágenes de alta calidad.
Ha sido diseñado para ser fácil de usar, con una interfaz de software intuitiva y procedimientos de alineación simplificados.
También es altamente personalizable, lo que significa que puede adaptarse para su uso en el laboratorio, la escuela y el hogar.
Lo mejor de todo es que el modelo de la Universidad de Bath es mucho más asequible que un microscopio comercial, tanto en términos del costo inicial como de los costos de mantenimiento del instrumento.
Un microscopio comercial destinado a usarse en el laboratorio puede venderse por decenas de miles de dólares estadounidenses.
Un microscopio del modelo de la Universidad de Bath puede construirse por tan solo 18 dólares (esto cubriría el costo del plástico impreso, una cámara y algunos accesorios de sujeción).
La producción de una versión de gama alta costaría un par de cientos de dólares, e incluiría un objetivo de microscopio y un computador Raspberry Pi incorporado.
Al diseñar el nuevo microscopio, el equipo de Joel Collins y Richard Bowman quiso que se pudiera utilizar en todas partes del mundo.
Y parece que así está sucediendo.
Por ejemplo, hasta la fecha, se han impreso más de 100 microscopios de este modelo en Tanzania y Kenia.
Fuente: Noticias de la Ciencia