Según estimaciones para 2022, nuestros esfuerzos globales para reciclar plástico están lamentablemente por debajo de nuestros objetivos: solo aproximadamente el nueve por ciento de los desechos plásticos se reciclan, lo que significa que los vertederos siguen creciendo a un ritmo vertiginoso y los incineradores están enviando enormes cantidades de emisiones a la atmósfera.
Pero puede haber otras formas creativas de descomponer los materiales plásticos.
En 2001, un equipo de científicos en Japón dirigido por el investigador del Instituto de Tecnología de Kioto, Kohei Oda, descubrió una bacteria que se alimenta de plástico llamada Ideonella sakaiensis y que puede descomponer el carbono del plástico.
El equipo ha estado estudiando el microbio desde entonces, y otros equipos también han descubierto organismos similares, lo que nos acerca cada vez más a un futuro en el que pequeños microorganismos sean capaces de ayudarnos a abordar una creciente crisis ambiental.
Avanzando rápidamente durante dos décadas, los investigadores han encontrado varias formas de manipular bacterias similares para producir enzimas que pueden descomponer el plástico a un ritmo más rápido.
Y eso es importante, considerando la enorme escala del problema.
Para lograr un impacto significativo a escala global, estas enzimas deben funcionar rápidamente y prosperar en una amplia gama de condiciones.
Pero sigue siendo difícil encontrar organismos comedores de plástico de alto rendimiento que estén a la altura de la tarea.
La alternativa, en la que los científicos también llevan años trabajando, es editar el ADN de las bacterias para adaptarlo a nuestras necesidades.
“Esto es algo con lo que luchamos constantemente“, dijo Gregg Beckham, director del Laboratorio Nacional de Energía Renovable en Colorado.
“¿Volvemos al pozo para buscar y ver si la naturaleza tiene la solución?
¿O llevamos los pequeños puntos de apoyo que tenemos al laboratorio y trabajamos en ellos ahora?”
Mientras tanto, los científicos están investigando los vertederos existentes con la esperanza de encontrar bacterias adecuadas, un proceso conocido como bioprospección.
A pesar de sus mejores esfuerzos, un microbio que come plástico lo suficientemente hambriento como para tener un impacto significativo en nuestra crisis ambiental sigue siendo tan difícil de alcanzar como siempre.
La gran cantidad de plásticos diferentes que ensucian nuestros vertederos no hace más que complicar las cosas.
La investigación también ha sufrido una falta de financiación debido a los bajos intereses y los altos costos.
Después de todo, los incentivos inmediatos del mercado simplemente no existen.
Pero para quienes apoyan la idea, eso es un pensamiento miope.
“Hay un retorno de la inversión en reciclar plástico“, dijo Víctor di Lorenzo, científico del Centro Nacional de Biotecnología de España en Madrid.
“¿Pero quién pagará estos proyectos de mayor escala que ayudarían a la sociedad en general? Esto es algo que sólo el apoyo público podría remediar”.
Fuente: The Guardian