El cemento convencional es el material de construcción más utilizado, con 25.000 millones de toneladas al año.
Consume cerca del 30% de los recursos naturales no renovables, emite cerca del 8% del gas de efecto invernadero de la atmósfera y constituye hasta el 50% de los residuos arrojados en vertederos.
Un grupo de investigación internacional trabaja en un cemento sin los problemas medioambientales que arrastra el convencional.
Una de las claves está en sustituir los materiales de refuerzo sintéticos por fibras naturales y materiales procedentes de diferentes clases de residuos.
Los últimos avances en esta línea de investigación y desarrollo, seguida por el equipo internacional de Aliakbar Gholampour, de la Universidad Flinders en Australia, han permitido demostrar cómo los geopolímeros reforzados con fibras naturales renovables y fabricados con subproductos industriales y arenas de desecho procedentes de la fundición de plomo o de la fabricación de vidrio pueden igualar las cualidades de resistencia, durabilidad y grado de contracción por secado de los geopolímeros que contienen arena natural, que a su vez consumen más recursos y genera emisiones contaminantes en su procesamiento.
De hecho, los resultados de las últimas pruebas sugieren que los geopolímeros que utilizan arena de residuos de vidrio presentan una resistencia superior y una menor absorción de agua que los que contienen arena natural de río, mientras que los geopolímeros basados en escoria de fundición de plomo tienen una menor contracción de secado en comparación con los geopolímeros preparados con arena natural de río.
Con la nueva clase de cemento, no solo es posible reciclar enormes cantidades de subproductos industriales y materiales de desecho para mejorar las propiedades mecánicas y de durabilidad del cemento, sino también emplear fibras naturales alternativas y respetuosas con el medio ambiente que de otro modo no se utilizarían.