Un equipo de investigadores estadounidenses ha mostrado que unos electrodos implantados en el hipocampo han mostrado ser capaces de mejorar la memoria.
Tras un largo trabajo teórico en el estudio de cómo el cerebro forma las memorias y una fase de experimentación animal, un equipo de investigadores estadounidenses ha anunciado los primeros resultados del estudio en el que se ha logrado mejorar la memoria de participantes a través de prótesis cerebrales.
La prótesis consiste en unos electrodos de tamaño milimétrico que se introducen en el interior del cerebro.
Concretamente en el hipocampo, una estructura en la zona central de este órgano vital, con forma de herradura y que suele ser asociada al olfato, memoria y orientación espacial.
Los electrodos tienen una doble función: por una parte, registran los impulsos eléctricos que se dan en esta región cerebral cuando se crea una nueva memoria; por otra, replican ese mismo impulso para hacer que esta memoria regrese a nuestro cerebro.
Los investigadores diseñaron dos mecanismos de recuperación de memoria.
Por una parte, uno “sencillo”, el Modelo de Decodificación de Memoria (MDM) que puede ser descrito como en el párrafo anterior: el implante registra la actividad cerebral en el momento en que la memoria se forma y después replica el impulso cuando ha de accederse al recuerdo.
El modelo multi-input, multi-output (MIMO) introduce un paso intermedio para así replicar más fielmente los procesos que se dan en el hipocampo: la actividad eléctrica fluye entre distintas capas esta región cerebral antes de extenderse a otras zonas del órgano.
Los investigadores estudiaron ambos modelos a través de implantes cerebrales en 24 participantes.
Estos participantes eran pacientes con epilepsia que a modo de tratamiento contaban ya con electrodos implantados en el cerebro.
Algunos de estos pacientes padecían lesiones cerebrales que afectaban a su memoria.
Esta metodología implica que se debe ser cauteloso a la hora de extrapolar resultados a poblaciones generales.
Sin embargo ésta es solo una primera aproximación.
Los implantes utilizados tan solo eran capaces de compilar la información de entre 40 y 100 neuronas.
Para crear una prótesis funcional, los electrodos tendrían que recabar y transmitir información entre números mucho mayores, cuentos o miles de neuronas.
Otra limitación con la que se encontró el equipo es la diversidad en el funcionamiento del cerebro de los participantes.
Ésta implica que las señales eléctricas compiladas por los implantes variaban de participante a participante.
Además de estas cuestiones, implementar estas prótesis en la práctica requerirá resolver otras incógnitas.
Por ejemplo la de si los aparatos deben estar compilando información en todo momento o si tan solo deberían activarse en los momentos en los que tengamos que recordar aspectos concretos de nuestro día a día.
En relación a esto, los investigadores también plantean la cuestión de si sería conveniente que los aparatos funcionaran en nuestras horas de sueño.
Todo esto implica que el camino por recorrer es largo.
Más si a esto añadimos que el uso de cualquier tratamiento requiere una serie de ensayos para determinar con precisión su seguridad, eficacia y eficiencia.
Los desarrolladores de esta tecnología esperan que pueda ayudar a la gente con problemas de memoria inducidos por lesiones o enfermedades como el Alzheimer.
Uno de los resultados del experimento puede interpretarse como un indicio positivo en esta dirección: los participantes con peor memoria fueron los que más mejoraron al utilizar el aparato.
Los investigadores aún no saben exactamente el porqué de este resultado, pero especulaban con la idea de que simplemente podría deberse a que tenían más margen de mejora gracias al aparato.
Podría ser también una buena noticia para todos, puesto que la memoria es una habilidad que todo el mundo pierde en mayor o menor medida con la edad.
El Alzheimer es una enfermedad que se calcula afecta a 44 millones de personas en el mundo.
Fuente: Frontiers