Facebook lleva ya varios meses indagando en las posibles aplicaciones que tiene la combinación del aprendizaje por refuerzo en el contexto de la inteligencia artificial (IA) y la visión computacional.
A principios de este año esta compañía confirmó que uno de sus equipos de investigación había conseguido poner a punto un algoritmo capaz de identificar los objetos del entorno gracias a las técnicas de visión computacional para, a partir de esta información, recrear un mapa que le permitiese ubicarse y encontrar el camino óptimo entre dos puntos.
Sobre el papel esta tecnología tiene aplicaciones muy interesantes.
Podría ayudar a los robots con capacidad de desplazamiento a interpretar con mucha más precisión el espacio en el que llevan a cabo su labor (los robots aspiradores podrían beneficiarse claramente de algo así).
Y también es posible instalar este algoritmo en unas gafas inteligentes capaces de identificar los objetos de nuestro entorno con el propósito de monitorizar nuestra actividad diaria y ayudarnos a optimizarla.
Esta tecnología suena bien, pero, cuando esté disponible, si Facebook consigue que funcione como espera, tendrá un desafío muy importante por delante: convencer a los usuarios de que podemos confiar en esta inteligencia artificial.
Mike Schroepfer, el responsable máximo de desarrollo tecnológico en Facebook, ha confirmado que esperan integrar la inteligencia artificial en la que están trabajando en un abanico muy amplio de dispositivos con el propósito de que puedan beneficiarse de su capacidad de identificación del entorno.
Y ha ilustrado esta ambición con un ejemplo que pone claramente sobre la mesa qué es lo que tienen en mente.
Según Schroepfer unas gafas inteligentes equipadas con su algoritmo podrían ser capaces no solo de identificar los objetos de nuestro entorno, sino también de reconocer la forma en que interactuamos con ellos.
Gracias al aprendizaje por refuerzo las gafas acabarían consiguiendo mapear nuestra casa con precisión.
Además, el algoritmo podría reconocer cualquier objeto y memorizar su ubicación dentro de nuestro hogar para recordarnos dónde está cuando lo necesitemos.
Algo así podría impedir que volvamos a olvidar dónde hemos colocado las llaves de nuestra casa o el mando a distancia del carro, por ejemplo.
Pero también podría indicarnos si aún no hemos añadido uno de los ingredientes en la receta que estamos preparando.
Sus posibles aplicaciones son muy amplias siempre que, eso sí, tanto el mapeado del entorno como el reconocimiento de los objetos y su capacidad de aprendizaje funcionen correctamente.
Schroepfer ha confirmado que esta tecnología aún está en un estado de desarrollo inicial, pero también ha asegurado que confían en poder llevarla a buen puerto con el propósito de comercializar en el futuro unas gafas inteligentes con las capacidades que acabamos de describir que, según él, «darán a los usuarios superpoderes».
Al menos el superpoder de tener menos descuidos cotidianos, que no está nada mal.
Sin embargo, conseguir que esta tecnología funcione correctamente no es el único reto que tendrán que sortear Schroepfer y su equipo; también tendrán que convencernos de que esta innovación es completamente segura y de que no recaba datos acerca de nuestra actividad diaria que no queremos que queden expuestos.
Es evidente que unas gafas con una inteligencia artificial tan avanzada podrían ocasionarnos quebraderos de cabeza importantes si no garantizan nuestra absoluta privacidad.
Fuente: Xataca