Un grupo de investigadores está trabajando en una “tecnología de conversión ascendente no lineal infrarroja”.
Los dispositivos de visión nocturna que encontramos en la actualidad son grandes, pesados y, generalmente, caros.
Estas razones han sido suficientes para relegar el acceso a esta tecnología a un selecto grupo de usuarios, como los militares.
Ciertamente, no todo el mundo está dispuesto a gastar cientos de euros para ver en la oscuridad con un dispositivo de casi un kilogramo montado en la cabeza.
Ahora bien, ¿y si las gafas convencionales fueran capaces de ofrecer visión nocturna? Un grupo de científicos en Australia creen que esto podría ser posible.
Miembros del Centre of Excellence for Transformative Meta-Optical Systems (TMOS) han publicado una investigación donde abordan este tema con lo que han denominado “tecnología de conversión ascendente no lineal infrarroja”.
Están desarrollando una solución de visión nocturna que apunta a funcionar en una delgada lámina o en lentes con un ancho muy contenido.
Como señalan los expertos, la miniaturización de los componentes del sistema podría impulsar una adopción generalizada de estas soluciones.
Para entender mejor lo que el TMOS plantea es necesario conocer cómo funciona la visión nocturna analógica.
Aquí nos encontramos con un sistema complejo donde un lente objetivo reúne los fotones del ambiente y los canaliza a través de un tubo intensificador electrónico.
Los fotones pasan a través de un fotocátodo que los transforma en electrones.
Estos electrones pasan a través de una placa de fósforo, vuelven a ser fotones y recrean la escena en tonos verdes y negros.
Si nos detenemos un momento a pensar que el sistema mencionado anteriormente tiene al menos dos tipos de lentes, un fotocátodo, un fotomultiplicador y sistemas electrónicos puede ser difícil imaginar una alternativa tan simple como una lámina.
Los científicos tienen en mente algo más simple.
En lugar de utilizar tantos elementos, proponen una metasuperficie que aumenta la energía de los fotones y los atrae hacia el espectro de luz visible sin necesidad de conversión de electrones.
En esta alternativa hay un material clave.
En el pasado se ha trabajado con superficies de arseniuro de galio, pero ahora se está apostando por el niobato de litio.
Estamos hablando de un cristal que lleva décadas siendo utilizado en aplicaciones de óptica y fotónica, por ejemplo, moduladores ópticos para redes de telecomunicaciones.
Se caracteriza por ser totalmente transparente en el rango visible y permite que el haz de fotones se extienda ampliamente sobre su superficie.
La autora principal del estudio, Laura Valencia Molina, señala que muchas personas pensaban que la conversión ascendente de alta eficiencia de infrarrojo a visible era imposible debido a la pérdida de información.
Sin embargo, los últimos hallazgos del equipo que integra demuestran que estas limitaciones han sido superadas.
Con el tiempo sabremos si esta tecnología será capaz de transformar la forma en la que se fabrican los visores de visión nocturna.
Fuente: TMOS